"Fue, sobre todo, una manifestación de cariño y de fuerte devoción a una imagen como nunca se ha hecho en Zamora" con estas palabras define Luis Felipe Delgado de Castro el encargo de una nueva corona, pagada por cuestación popular, para la Virgen de la Soledad a mediados de los años 20, considerada por aquel entonces como "una coronación popular" que tuvo lugar en vísperas del Viernes Santo del año 1924, tal y como recoge en el libro "La Soledad cien años" que escribió el semanasantero, años atrás, basándose en las actas de la Cofradía de Jesús Nazareno con motivo del centenario de la imagen.

En las primeras páginas de la publicación, el autor da cuenta de que la junta de la Congregación, el 2 de abril de 1923, autoriza al hermano Luis Antón Gómez de Villavedón, un hombre muy vinculado a la Semana Santa de Zamora, a que "gestione la adquisición de una corona para La Soledad para la que se pidieron donaciones bien en metálico o bien en dinero" a los zamoranos. Además, meses más tarde,"de manera voluntaria" la cofradía acordó "contribuir a la suscripción popular abierta con la cantidad de 350 pesetas" para la realización de la joya que se encargó al joyero salmantino Eduardo Cordón.

La petición de apoyo económico a los zamoranos recibió como respuesta "un caudal de donaciones" al recibir la cofradía de los fieles "46 brillantes que totalizaban la cantidad de 9.500 (de las antiguas) pesetas 85 diamantes rosa, 3.850 pesetas; rubíes, ajofar y zafiros por valor de 200 pesetas, 880 gramos de oro, que una vez fundidos fueron valorados en 3.500 pesetas, 12 gramos de platino, 420 pesetas y una cantidad de plata que llegó a las 900 pesetas", según se enumera en el volumen.

Delgado de Castro, quien aporta a mayores datos como la contribución que llevó a cabo el propio joyero charro, atestigua que, al conocer las informaciones precisas, "me sorprendió la cantidad de donaciones efectuadas, aunque yo había tenido referencias por mi madre y por mi abuelo que la devoción fuerte de esta imagen desde el principio". El autor de "La Soledad cien años" todavía se sorprende por el fuerte sentimiento religioso que despertó en pocos años la imagen. "No sé cómo pudo encajar esta imagen que fue una donación de un particular Joaquín Muñiz que la entregó a la Cofradía de Jesús Nazareno en 1886. El imaginero acertó y desde el primer momento prendió una devoción muy grande tanta que en menos de un año fue posible que tuviera su corona", sentencia.

La nueva corona, que "todavía luce", la impuso el párroco de la iglesia de San Juan, Ulpiano Garrido, mientras que se tocaba la marcha real, con la asistencia del obispo Antonio Alvarado Ballado y del gobernador civil y militar Mariano Bretón y Bretón. Además en el "acto solemne" participó la capilla de música de la Catedral y el templo "estuvo todo el día abierto siendo incontables" los zamoranos que pasaron por el templo, escribió Delgado de Castro quien remarca que el acto efectuado en su momento nada tiene que ver con las actuales coronaciones canónicas a la que ahora aspira la Mañana para la Virgen de la Soledad, tras la autorización dada por aclamación en la última asamblea lo que supone el inicio de los trámites para lograr el mismo reconocimiento que ya tienen en la diócesis zamorana la Inmaculada de Villalpando, la Virgen del Canto de Toro, la Virgen de la Concha y Nuestra Madre de las Angustias.

Por su parte el historiador Florián Ferrero estima que el hecho producido en 1924 "no puede considerarse una coronación popular". En su opinión "lo que tuvo lugar fue simplemente la decisión de hacerle una corona a la Virgen en unos momentos de exaltación patriótica, dado que estaba terminando la Guerra de África", mientras que el también historiador José Andrés Casquero apunta que hasta aquel momento La Soledad "tenía una corona hecha por un herrero muy mala que no se merecía una imagen que tenía una fuerte devoción".