Consolidada desde hace muchos años, la Cofradía de Jesús del Vía Crucis era una hermandad que pasaba sin pena ni gloria hasta que hace tres décadas el impulso de Lili Pedrero al frente de renovadas directivas fue poco a poco haciéndola crecer. A base de hacer bien las cosas, la cofradía y su procesión, han ido ganando enteros hasta lograr una auténtica consolidación. Las filas de caperuces morados recorren cerca de cinco kilómetros en el camino entre la Catedral y el templo de San Frontis, aunque también la Virgen de la Esperanza tiene compañía y se le despide con una piadosa salve.