Juan Emilio Antón, vicepresidente de la Hermandad del Cristo de las Injurias es el encargado de ofrecer el silencio de la ciudad esta tarde (20.30 horas) en la plaza de la Catedral. Ha sido cirujano, director del Centro Médico, de Sanidad y senador, pero prefiere definirse como "ser humano".

-Está implicado en la vida de la Iglesia.

-Es por mi educación. Si se fija en la obra musical de mi padre fue fundamentalmente zamorana y religiosa, y yo sigo ese camino. Hay muchas cosas de la iglesia actual con las que no comulgo y que cambiaría, pero soy crítico positivo, no negativo, y cuando me han pedido colaboración para dar cursillos prematrimoniales he aceptado. Es una satisfacción, porque la mayoría de las parejas van obligados, pero al final salen encantados.

-¿Su relación con el Cristo de las Injurias?

-Mi abuelo fue fundador de la cofradía en el año 25, mi padre fue de la cofradía, yo me hice, como mi hijo y ahora mi hija y mi nieta. Hay un sentimiento, una espiritualidad que se mantiene a lo largo de la familia.

-¿Quién le dice que es usted el elegido para el Juramento?

-El presidente, me pareció un encargo abrumador una responsabilidad muy grande, pero es el mayor honor que puede sentir un cristiano zamorano.

-¿Le toca un poquito la vanidad también?

-Todos tenemos un aspecto vanidoso. Pero fundamentalmente me toca el alma. Me imagino en esta plaza llena de caperuces rojos y túnicas blancas con las velas encendidas, atardeciendo, sonando la "Bomba" y el Cristo de las Injurias a tres metros de mi, iluminado, que parece que se me va a caer encima con los brazos abiertos y casi mirándome? Voy a centrarme en Jesús, la fe, el amor, va a ser un discurso muy espiritual, lleno por mi parte de fe y de amor a Cristo.

-¿El objetivo es tocar la fibra sensible de la gente?

-No. Voy a ser muy práctico, porque creo que la gente debe hacer lo que quiera. Si quiere venir a la cofradía, que venga, si quiere comer una merienda en la plaza de la Catedral el Viernes Santo, que coma, la libertad es fundamental. Y lo que se hace sin libertad está destinado a desaparecer. En la cofradía yo admito incluso que haya ateos.

-¿Comprende que un ateo pueda ser semanasantero?

-Perfectamente. Todos tenemos espiritualidad, lo que pasa que esta última a veces la tenemos congelada.

-Usted está aquí porque el alcalde Guarido dijo no al Juramento del Silencio.

-Guarido ha sido coherente. En un estado laico no tiene por qué ser un alcalde el que ofrezca el silencio de la ciudad. Yo ofreceré el silencio de los católicos.