LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA inicia mañana, Viernes de Dolores, la entrega de sus números extraordinarios de Semana Santa que incluyen, este año, la colección "Pasionarte', reproducciones de los carteles anunciadores más antiguos de la Semana Santa zamorana. Auténticas joyas del coleccionismo que se reeditan por primera vez en décadas y que los lectores del periódico podrán obtener de forma absolutamente gratuita, junto con el ejemplar diario, desde mañana, Viernes de Dolores hasta el Lunes de Pascua con el único paréntesis del Sábado Santo, fecha en la que no se publica la edición en papel de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. La iniciativa cuenta con el patrocinio del Patronato de Turismo de la Diputación de Zamora y la colaboración indispensable de la Junta pro Semana Santa.

Si la Semana Santa es puro reflejo de la historia de Zamora, lo es también desde el punto de vista artístico, más allá de la escultura que es la gran protagonista de los desfiles procesionales. El anuncio de la celebración, sus funciones, oficios y procesiones, ha dado lugar a un legado de primer orden en el que puede desgranarse las distintas corrientes, ya sea en obra pictórica, litografía, hueco grabado u otras técnicas ligadas al arte gráfico, además de la composición fotográfica o las técnicas de vanguardia utilizadas en estos últimos años.

Muchos de los grandes autores zamoranos han firmado carteles de Semana Santa que han pasado a la historia como lo que son: obras de arte. Acilu, Bedate, Chacón, Laperal, Martínez Molinero, Rodri y, posteriormente, pintores de la talla de Antonio Pedrero, pusieron al servicio de la semana grande de Zamora su técnica y su talento. La colección de nueve carteles que ofrece LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA a sus lectores comprende los primeros años después de la fundación de la Junta de Cofradías por el alcalde Ursicino Álvarez, también fundador de El Correo de Zamora. Corresponden a 1898, 1928, 1937, 1940, 1954, 1956, 1958 y 1960.

La primera entrega, correspondiente a 1898, es obra de Manuel Latedo. Es el cartel más antiguo y corresponde a la primera época de esplendor de la celebración, con la constitución de la mencionada Junta de Fomento y la búsqueda de canales de promoción. Ese año se estrenan dos pasos nuevos: "El Prendimiento", de Miguel Torija, un aventajadísimo imaginero muerto prematuramente, y el controvertido "Cristo muerto" de Aurelio de la Iglesia, un vaciado sobre el cuerpo de un ahogado que causaría cierta polémica por su realismo. Desfilaría en la Urna con el Santo Entierro hasta el pasado siglo.

En ese contexto, el cartel se convierte en la herramienta de promoción más eficaz. Fue una obra encargada expresamente y en su composición se incluye un extenso programa en el que se mencionan otros atractivos visitables dentro del arte sacro como la colección de Tapices de la Catedral, pero también del resto de festejos que antaño se convocaban con motivo de la Pascua de Resurrección, tales como bailes, fuegos artificiales y corridas de toros.

El cuerpo superior del cartel se ilustra con una reproducción de la cornisa de arquillos trebolados de la Catedral, que enmarca tanto el programa como una alegoría de símbolos procesionales y el escudo de la ciudad. En la parte inferior, un cofrade del Santo Entierro y el Calvario de las Tres Cruces completa la estampa, originalmente obra pictórica impresa en la mítica Ortega de Valencia. Fueron editados, entonces, solo 500 ejemplares. Ahora, los lectores de LA OPINIÓN-EL CORREO tienen la oportunidad de acceder a una nueva edición, limitada. Reserve ya en su punto de venta.