Arreciaba la lluvia a la hora en que teóricamente tenía que salir la procesión del Espíritu Santo, pero los directivos estaban aún deshojando la margarita sobre si merecía la pena echarse a la calle. Y es que las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología vaticinaban que cesaría la lluvia a las once menos cuarto. Y la predicción funcionó como un reloj. Justo a esa hora dejaba de llover, y aunque las calles estaban todavía llenas de charcos por la cantidad de agua caída solo minutos antes, el desfile se puso en marcha rumbo a la Catedral y además con intención de realizar todo el recorrido, y no una suerte de itinerario corto como se barajó también en algún momento de la noche.

Los hermanos del Cristo del Espíritu Santo salieron, aliviados, en filas de a dos para cumplir con el anhelo guardado durante todo el año, acompañar a la sencilla y antigua imagen de la iglesia hasta el corazón del Casco Antiguo.

El Cristo pudo lucir la nueva iluminación led que estrenaba en este desfile de 2018, que permite no sólo librarse de la pesada batería de coche que llevaba el anterior sistema de focos, sino también alumbrar la imagen de forma más armónica.

Los hermanos marcharon, muchos con las túnicas empapadas porque lo más crudo de la tormenta les sorprendió en plena calle. El pequeño templo no fue capaz de albergar a todos los hermanos, y pese a los que estaban en el interior se apretaron de lo lindo fue imposible que entraran todos.

Y a pesar del suelo mojado algunos hermanos marchaban descalzos, completando su penitencia por unas calles con público, sí, pero mucho menos abarrotadas de lo que es habitual en la primera procesión de la Semana Santa zamorana que otras veces llena las aceras de espectadores.

Entre las filas de hermanos y acompañando la comitiva del Cristo salían el resto de elementos que dan carácter a esta procesión, como las carracas, el incensario, el campanil o las voces del coro masculino que en su versión más reducida acompaña el desfile y al completo canta en la estación de la Catedral.

Precisamente este año se estrenaba como hermano de mérito el compositor Miguel Manzano, que es el autor de las piezas que ha hecho propias el Espíritu Santo, como el «Crux Fidelis» que se canta durante el recorrido y «Christus Factus Est», en la Catedral, enriquecidas en los últimos años con nuevas composiciones como Adoramus te Christe (procesión) y las Lamentaciones de Jeremias (Catedral).