El cofrade Manuel Javier Peña Echevarría realizará hoy la plegaria ante el Cristo de las Injurias. Este zamorano atesora una brillante trayectoria como servidor público. Actualmente trabaja en la cúpula de la Policía como jefe central de Recursos Humanos y Formación del Cuerpo Nacional de Policía.

-¿De dónde le viene su relación con la Semana Santa?

-Llevo toda la vida en ella. Mi padre siempre fue hermano del Santo Entierro y yo salgo en esta cofradía desde hace muchas décadas, de hecho, incluso llegué a tener alguna responsabilidad en ella. Mi hermano también es cofrade de varias y mis hermanas, pese a vivir fuera de Zamora, siguen siendo hermanas de la Soledad al igual que mis hijas y mi mujer.

-Para cada persona esta celebración encierra un significado. ¿Cuál es el suyo?

-Para mí es un conjunto de sentimientos muy grande. Yo que llevo toda la vida fuera, he faltado únicamente un año. Me gusta estar en Zamora en estos días porque tenemos una manifestación secular de religiosidad que no se ve en ningún lado, porque me gusta ver a toda la ciudadanía reflexionar en silencio sobre la fe. Van cambiando las formas, por supuesto, pero ¡qué no ha cambiado! Creo que la gente joven todavía sigue queriendo acompañar a las imágenes sagradas. La gente joven ayuda a reflexionar en la trascendencia del ser humano. A todo ello se une que al ser un momento muy importante está ligado a tu familia. Para nosotros es un momento de vernos, de comer todos juntos y de estar con los amigos. Además la ciudad revive. Mi amigo Luis Jaramillo ya lo ha dicho en algún pregón, ¡qué pena que Dios tenga que morir para que mi ciudad viva! La parte negativa es que luego Zamora vuelve a su situación actual que no es muy halagüeña.

-Su vinculación con el Silencio se remonta a...

-Pertenezco a ella desde este siglo. En el pasado tenía dificultad para procesionar en ella porque salía en las Capas. No obstante, tengo mucha vinculación con el Cristo de las Injurias. Mis tres hijas las bautizó el sacerdote Juan Manuel Hidalgo en la capilla de San Bernabé a los pies de esta imagen. Siempre le hemos tenido especial devoción y en las diez ciudades en las que he vivido siempre hemos tenido una imagen del Cristo. Mi hermano y mi sobrino llevaban procesionando desde principios de los 90. Una vez que dejé de salir en las Capas, decidí apuntarme porque además llevaba más de 30 años acudiendo a ver el acto del Juramento en el atrio y luego en la plaza de la Catedral.

-Y este año la cofradía le elige para que pronuncie la plegaria ante el Cristo.

-Al presidente de la cofradía, Rufo Martínez, y a mí nos une una profunda amistad de muchos años. Desde que se decidió que la plegaria fuera ofrecida a hermanos de la cofradía él me decía que me tocaría algún día y yo que no.... y finalmente ese día llegó. Inicialmente no quería porque sinceramente me podía la responsabilidad. Entre unas cosas y otras y que una persona próxima a mí me decía que sí..., pues al final acepté.

-Su plegaria ¿qué líneas directrices tendrá?

-Creo que una plegaria al Cristo tiene que hacerse desde la fe. A lo mejor dejo entrever las dificultades de vivir la fe. Hay muchas formas de vivir la fe, ni Dios ni la religión exigen que haya una única forma, pero sí hay unos principios inmutables de fe que estarán presentes en mis palabras. La plegaria tendrá un recuerdo al esfuerzo que desde la fe hay que hacer para que ciertas cosas cambien. También será tradicional. Intentará demostrar la creencia en Dios e intentará demostrar que para algo sirvió la pasión, la muerte y, fundamentalmente, la resurrección de Cristo. Hará un recorrido por lo que pasa en la sociedad actual y por lo que nuestro ser cristiano debería trabajar para que esto cambiara.

-¿Qué supone para usted pronunciarla?

-Aunque la gente no se lo crea, una tremenda responsabilidad. En mi trabajo vas subiendo peldaños, asumiendo realidades y lo vas haciendo todo porque te formas y aprendes. Sin embargo, esto es tirarse a una piscina. Para escribirla hay que tener cierto lirismo cuando los escritos de la policía no suelen nada líricos. Además, en mi trabajo represento a una organización, pero hablo en nombre propio; aquí hablas en nombre de tu cofradía, te diriges a Dios en nombre de los hermanos que están acompañándote y en nombre de la ciudad que desde hace más de cinco décadas lleva ofrendando al Cristo el silencio como representativo de una opción de fe.

-¿Cuál es su momento especial del Silencio?

-El Juramento para mí es muy especial porque es acercar nuestras necesidades y deseos a Cristo. Es un momento íntimo y de oración. Luego la procesión tiene plasticidad, belleza y mucha, mucha emoción. Mi visión ha cambiado completamente desde que procesiono. Estando fuera: ves, estás y te acercas. Al estar dentro eres parte consustancial e indisoluble de lo que está sucediendo. Es como si fuera una unidad, no más de 2.400 hermanos, acompañando a Cristo.

-¿Una unidad en la que tendrán cabida las mujeres?

-Esta cofradía hace ya diez años hizo una reflexión que sigue viva. Sinceramente estoy convencido que todo está llegando y todo llegará. Me preocupan las imposiciones desde cualquier postura. Creo profundamente en la igualdad de la mujer por convicción y sino por obligación porque a mí solo me rodean mujeres. Además, pertenezco a un cuerpo uniformado que es el que más mujeres tiene en su organización y fue el primero de los grandes que las acogió. Todo va a llegar. El tiempo podrán todo en su sitio, pero, a veces, me preocupa que haya demasiadas tensiones en aspectos que creo que no debería de haberlas.

-¿Acompañará al Cristo en la fila?

-Suelo ir detrás de la imagen, detrás de los eméritos. Siempre voy viendo al Cristo, creo que mi sitio es ese, detrás. Un detrás que significa muchas cosas en un camino de oración. Durante dos horas te da tiempo a muchas cosas y tienes que tener el pensamiento fijado en lo que lo tienes que tener.