Una de las mayores singularidades de la Semana Santa de Zamora está en las mesas que soportan las imágenes que desfilan. Por contraposición a los inmensos tronos andaluces, las nuestras están fabricadas en madera viva, sin dorar. A ese conjunto notable de trabajos realizados por maestros de la tierra durante décadas se lo conoce como "mesas a la zamorana". Las cofradías las han modificado década tras década para adaptarlas a las nuevas necesidades y modas, principalmente para la puesta a hombros. Pero quedaba una que no había sido modificada desde su concepción, a finales de los años cincuenta. En las próximas semanas perderá esta condición.

Se trata de la mesa del paso "Retorno del sepulcro", que el escultor zamorano Ramón Núñez talló en 1927 para el Santo Entierro. Este fin de semana los "cargadores" del paso empujaron el grupo a ruedas desde el Museo de Semana Santa hasta la iglesia de San Esteban, donde será acondicionado para subirlo a hombros la próxima Pasión.

"Es una mesa de calidad, realizada por varias manos: algunos elementos, por Zúñiga, y las escenas laterales, quizá por Alito", explica Ricardo Flecha, que conoce bien este tipo de trabajos. Flecha se remite a un valioso documento de la revista Merlú, de 1957, cuando precisamente se habla de la construcción y estreno de la mesa de "El Retorno".

De Álvarez a Núñez

La estructura venía a embellecer una obra notable del escultor Núñez. "Se formó en la Escuela de Arte y tenía una preparación muy diferente a la de Ramón Álvarez. Ñúñez fue un excelente escultor decimonónico que debe de tener importantes obras tanto en Zamora como en Valladolid", explica Flecha, quien lamenta que no se haya hecho ningún estudio ex profeso sobre el autor.

La reforma "acabará" con la última de aquellas obras originales que han modificado también la escala de estos elementos. "Las mesas antiguas eran mucho más pequeñas y eran más adecuadas por el diálogo que mantenían con los grupos escultóricos. Con la puesta a hombros, esa relación se ha desvirtuado", opina Flecha.