El actual Museo de Semana Santa tiene su principal inconveniente el que se ha quedado pequeño para albergar tantos pasos y enseres como los que tiene, más numerosos de los que había cuando se concibió y que no responde a los nuevos conceptos museísticos, quizá más modernos y con capacidad de adaptación. Pero tiene también virtudes muy importantes. En primer lugar cumple perfectamente una función básica, y es permitir guardar los pasos durante todo el año en óptimas condiciones de conservación y seguridad. Las cofradías tienen a buen recaudo su patrimonio con pocas limitaciones para disponer de él cuando lo estiman oportuno. Otra segunda virtud es que el Museo no cuesta dinero a la Junta de Cofradías, sino, bien al contrario, es rentable, ya que genera más ingresos que gastos. Especialmente económico resulta el actual Museo en gastos de personal, muy bajos, sobre todo en comparación con cualquier otra instalación de este estilo propiedad de las administraciones públicas. Lógicamente un nuevo Museo de Semana Santa, con un edificio singular y una mejor adecuación museística debe, en teoría, reportar más ingresos, aunque sólo sea porque resultaría un mayo foco de atracción para los visitantes. Eso si, el nuevo Museo deberá tener también en cuenta estos aspectos funcionales de las actuales instalaciones, el hecho de que son piezas que salen en las procesiones.