La plaza de La Laguna concitó ayer a miles de devotos para vivir el encuentro entre el Resucitado y la Virgen. Una escenificación representada por los cargadores del paso de Jesús y de la Virgen haciendo las reverencias a la par que el pendón local ondeaba al aire y acompañaba la genuflexión de los pasos al mando de los hermanos de paso. Los más pequeños eran los encargados de abrir la caja y soltar las palomas con el júbilo que suponía la resurrección de Jesús. 'Villaralbo vivió ayer la última procesión de Semana Santa, la de la Cofradía de Jesús en su Entrada en Jerusalén y Triunfal de Resurrección, que con un censo de 135 hermanos partía a la una de la tarde de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción siguiendo dos itinerarios y ritmos diferentes. A cargo del Resucitado doce cargadores que marchaban al ritmo de la dulzaina y tamboril de Alejandro Montalvo. Iniciaban el recorrido hacia la izquierda de la Iglesia por Plaza Mayor hasta llegar a la Plaza de la Laguna, donde se desarrollaba el encuentro. Los cuatro cargadores de la Virgen, vestida de riguroso negro, y al toque de la Banda de Cornetas y Tambores que preside Juan Manuel Bragado, iba por la derecha de la Iglesia. En ambos recorridos los hermanos lucían sus mejores galas y portaban la vara con el distintivo de la cofradía y el ramo de flores. En el desfile asistieron representantes de todas las cofradías de Villaralbo, portando los emblemas y estandartes. El sacerdote, Antonio Jesús de Lera ofició la misa, una vez que la Virgen fue despojada del luto, y la procesión regresaba ligera a la iglesia de partida al ritmo vivo de los tambores. A primeras horas de la tarde muchos villaralbinos daban cuenta el dos y pingada en el restaurante Aurelia otra de las tradiciones gastronómicas zamoranas ligada al Domingo de Resurrección.