De riguroso luto o ataviados con túnica de estameña blanca y caperuz de terciopelo negro, más de cuatro mil hermanos de la cofradía de Nuestra Madre de las Angustias cumplieron con la tradición para desfilar desde la iglesia de San Vicente acompañando a los tres pasos del desfile, como son el Santo Cristo, Nuestra Madre y la Virgen de las Espadas.

La noche fue un poco más fresca que en las anteriores jornadas, pero eso no impidió que los zamoranos y visitantes salieran a la calle para acompañar a la virgen en su dolor por la muerte de su hijo. Eso sí, no en todas las calles el bullicio de gente era el mismo y si al principio del recorrido las aceras estaban repletas, el gentío era mucho menor en algunas vías del casco antiguo, para volver a repuntar conforme se terminaba el desfile.

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Semana Santa en Zamora: Nuestra Madre

La música cobró especial importancia este año con esta procesión, puesto que el Coro Sacro Jerónimo Aguado aguardaba a los pasos de la procesión en la iglesia de Santiago El Burgo para interpretar los sones del Stabat Mater cuando llegaban a esa altura, en la calle Santa Clara, una de las más concurridas.

Además, se contó con el estreno de la marcha fúnebre "Virgen de las Espadas", obra del joven compositor zamorano Víctor Argüello, y que fue interpretada por la Orquesta de Vientos de Zamora, dirigida por José Ignacio Petit, que se unía así al desfile este año, junto al paso que da nombre a la composición musical.

No faltó tampoco el acto por excelencia de esta procesión, que se celebra en la Plaza Mayor, poco antes de finalizar el recorrido, que se cierra en el templo de salida. De esta manera, las voces de los cofrades se unieron para interpretar el canto popular de la Salve, antes de entrar en la iglesia de San Vicente.