"Es una hermandad a la medida de Zamora porque el desfile es muy especial por la calle Balborraz, el arco de doña Urraca o la plaza de Santa Lucía", atestigua Juan Ramos Hernández quien pese a su juventud lleva media vida procesionando el Lunes por la noche. "Salgo desde los 17 años gracias a que mi padre me inscribió el mismo día de nacer", comenta en un receso de la preparación de la iglesia de San Vicente para la salida de la Hermandad Penitencial del Cristo dela Buena Muerte, un ritual en el que participa desde que "era un niño gracias a mi padre".

Pese a que su progenitor es hermano de la Buena Muerte este ingeniero tiene claro que "me hubiera apuntado a ella por su singularidad. En este sentido este semanasantero, que pertenece al Espíritu Santo, Vía Crucis, del Silencio y del Santo Entierro, apunta que "nuestra Pasión tiene una gran riqueza porque hay cofradías de 3.500 hermanos como el Santo Entierro y otras de 350".

En la actualidad Ramos Hernández, que habla con pasión de la Buena Muerte, sale con el estandarte de la hermandad, aunque los primeros desfiles procesionó en el cierre, un punto "en el que quizá se percibe un poco más de bullicio porque la procesión se acaba pero el espectador guarda silencio y es respetuoso", remarca al tiempo que comenta que pese a abrir la procesión "no molestan tanto los flashes, pues entiendo que la estética de la hermandad invita a ello" y pone en valor que "le limite el acceso de los fotógrafos a santa Lucía".

De su primera procesión todavía tiene a flor de piel algunas vivencias. "Fui con la cruz iluminada. Estaba hasta nervioso además estaba lloviendo y tuve claro que tenía que ir con paso firme, sobre todo en Balborraz, porque no se me podía caer", comenta esbozando una amplia sonrisa.

"Un momento muy bello es el acto que tiene lugar al regreso en San Vicente en el que canta el coro y no tiene acceso nadie ajeno a la hermandad", le comenta a Jaime Gutiérrez Domínguez, quien esta noche recibirá su medallón de nuevo hermano tras 20 años de espera.

Desde muchacho Domínguez ha vivido la Semana Santa desde distintas perspectivas, como músico, como cargador en Tercera Caída y Nuestra Madre; y como cofrade fila en Espíritu Santo, Siete Palabras, Yacente, y La Mañana, vertiente donde más disfruta. La hermandad de la Buena Muerte "siempre me ha llamado la atención y con unos 14 ó 15 años decidí apuntarme en ella", explica.

Pese a que han transcurrido ya dos décadas desde que formalizó su deseo, las ganas de desfilar acompañando al Cristo de la Buena Muerte permanecen intactas. "Las ganas de aquel momento, en mi caso, permanecen porque fue una decisión tomada con una edad en la que sabes lo que quieres", atestigua este hombre. Durante los años de espera "tienes un poco de incertidumbre porque no te pueden decir exactamente qué año vas a acceder y la última noticia la tuve en una carta escrita a máquina en los años 90 hasta que este año me llamaron".

Jaime Gutiérrez reconoce que todos los Lunes Santo ha seguido el desfile una vez que concluye la carga de la imagen de Jesús en su Tercera Caída. "Veo la procesión en varios puntos, al inicio, intento llegar al "Jerusalem, Jerusalem" y nuevamente a su llegada a San Vicente por lo que este año seguro que voy a estar menos cansado", bromea.

A horas de llevar por primera vez la tea de la Buena Muerte aguarda el momento "ilusionado porque siempre se vive con gran ilusión la Semana Santa".