"Trozos". Ese es el nombre de la exposición donde el escultor Higinio Vázquez comparte por primera vez casi una veintena de bocetos de su producción de temática sacra en los escaparates y el interior del establecimiento de la Rosa de Oro. "Son trozos labrados que tenía en el estudio, un pequeño museo de mi quehacer, y a finales de septiembre pensé en desempolvar una parte de lo que guardo", concreta el escultor que exhibe apuntes realizados desde 1961 hasta principios de siglo.

Desde el exterior del comercio se pueden descubrir varias de las estaciones de uno de los muchos Vía Crucis efectuados en madera por el artista natural de El Pego para la archidiócesis de Madrid, varias de las minuciosas piedades, labradas en escayola, sin olvidar un boceto en bronce de la Virgen de la Alegría, de Resurrección o vírgenes de ecos románicos.

Diseños de vidrieras, donde muestra su dominio de la técnica que aprendiera al lado de Luis Quico, rivalizan con dos interesantes bocetos de la Sábana Santa, un tema "poco abordado plásticamente", donde da cuenta de su maestría con la herramienta. "Se trata de una composición pensada como un rompecabezas porque las piezas se pueden intercambian", dice el creador cuyo estudio durante algunos años fue "un lugar de imaginería", en alusión al período en que efectuó Coronación de espinas y El Lavatorio y momento en el que realizó también estos bosquejos. Estas piezas, en su opinión, corresponden a "un intermedio entre imaginería y escultura donde he dado fuerza, visión y, sobre todo, plasticidad".

La fuerza del impresionante rostro de Cristo esculpido en hormigón y coronado por hierro, cuyo original de gran grandes dimensiones embellece una iglesia del distrito madrileño de Hortaleza, representa "una realización muy personal y muy dura", testimonia el artista que se confiesa ahora en un período donde "no soy imaginero" y donde su mente "está en el camino de ser escultor".