"No son tiempos fáciles, Señor...Pesimismo, individualismo, indiferencia... se extienden en nuestra sociedad como una epidemia. No podemos admitir que hemos perdido los valores que tú, Señor, nos infundiste, que son nuestra esencia como personas y que han hecho posible que, de tu mano, movamos el mundo. La grandeza del ser humano radica en el soplo de vida que nace de ti y que tiene en tu palabra y en tu ejemplo el referente a seguir".

La plegaria de Luis Jaramillo, el periodista y hermano del Silencio que estrena una nueva etapa en el acto del Juramento, al declinar por primera vez un alcalde la invitación de la hermandad, fue todo un canto a los valores de la tradición y en especial de la Semana Santa zamorana, con un mensaje sobre todo de optimismo y esperanza frente a los graves problemas que asolan al mundo, como el de los refugiados.

Comenzó la plegaria con referencias al Juramento del Silencio, con más de 90 años de tradición a sus espaldas, y quienes lo hicieron posible. "Zamora vive su Semana Santa en silencio. No es un silencio cobarde, ni de agachar la cabeza, ni de actitud esquiva ante los problemas. Hoy Zamora reza porque tu ejemplo ha llenado las almas de quienes admiramos tu vida, tu obra y tu sufrimiento, y cómo fuiste capaz de caer hasta tres veces y levantarte para poder ofrecer a la humanidad la mayor historia de amor: dar la vida por todos".

Jaramillo se acordó de quienes siguen el ejemplo de Cristo y "luchan por un mundo mejor" y señaló la procesión del Silencio como "prueba de que en este rincón de España tu palabra sigue viva". La plegaria fue un canto a la emoción de la procesión y la magnífica talla del Cristo de las Injurias. Y conjugó la palabra y el silencio. "Palabra, Señor, para decirte que podemos tener una sociedad mejor (...) palabras para rogarte que transitar por la vida no sean las vergonzantes hileras de refugiados sin asilo, sin rumbo y sin esperanza. Palabras, para pedirte un futuro en el que nuestros hijos sean parte activa de una sociedad de oportunidades (...), para clamar alto y rogarte, con toda nuestra fuerza y nuestra fe, el fin de la pobreza, más solidaridad y un justo reparto de la riqueza. Que veamos el fin de la esclavitud y de la violencia en cualquiera de sus formas. Que tomemos conciencia de que no podemos seguir dañando las maravillas de la naturaleza que tú creaste y que hoy, por codicia y egoísmo, ponemos en grave peligro. (...) Que llegue Señor, el final del terrorismo, esa barbarie irracional que ayer volvió a atemorizar a nuestra sociedad y a sembrar de dolor la vida de muchas familias por las que hoy rezamos junto a ti, y les enviamos nuestras más sentidas condolencias".