Cuarenta minutos distanciaron a la banda de cornetas que abría el desfile de los tambores de cierre en la procesión de la Cofradía de Jesús del Vía Crucis. Casi tres cuartos de hora saliendo hermanos del atrio de la Catedral demuestra bien a las claras que la hermandad del Mozo de San Frontis goza de buena salud en sus 75 años de vida, sobre todo por la importante dosis de savia nueva con la que cuenta en sus filas, más desde la incorporación de la mujer que ha vestido de caperuz morado y túnica cruda a muchas pequeñas cofrades.

Por lo demás el histórico desfile tampoco tuvo mucha historia, ya que presentaba este año pocas novedades. Abría la banda de cornetas y tambores de la hermandad a la que seguía el barandales haciendo sonar sus esquilas.

La cruz guía daba paso a todos los elementos del desfile, junto al abanderado y al pequeño crucificado escoltado por faroles. Enseguida empiezan a aparecer el medio de las filas de hermanos las estaciones de penitencia del Vía Crucis que irán jalonando toda la procesión.

Sale el Cristo, asoma por la puerta de la Catedral y la Banda de Música de Zamora arranca con los acordes del himno nacional. No para el Nazareno y atraviesa la verja, ya al ritmo de una marcha semanasantera, para enfilar la rúa, cuyo primer tramo se encontraba sin público por motivos de seguridad. Y es que era mucha la gente que aguardó la llegada de la procesión, muchos con la silla plegable que se está convirtiendo ya, como las pipas, en compañero inseparable del sufrido espectador de procesiones.

El pequeño Jesús vestido de morado portando su pesada cruz avanzaba por las calles, entre flores y alumbrado por los faroles, seguido por la Banda de Zamora, que abanderaba con la seña bermeja Carolina Turrión Hernández.

Poco tiempo después salía el segundo paso de la procesión, la Virgen de la Esperanza, a quien ponía música otra banda zamorana, Nacor Blanco, vestida con su impresionante manto verde y oro, portando un rosario y con un trono profusamente adornado con flores blancas e iluminado con las velas de las tulipas. Le seguían el capellán, José Ángel Rivera de las Heras, junto a otras personas destacadas en las tareas de la cofradía o afines, como la presidenta de la Esperanza, María José Herrero. Todavía quedaban muchos hermanos y algún otro elemento, como el gran farol ormamental, antes de que saliera la banda de cierre. La procesión estuvo constantemente arropada por el público en todo su recorrido, que eligió el momento que le pareció más adecuado para ver el desfile: los puntos de las rúas del Casco Antiguo, la bajada por Alfonso XII, la plaza de Santa Lucía, el paso por el Puente de Piedra, la despedida de Virgen y Cristo con la reverencia, o incluso el recorrido de la avenida del Nazareno hacia San Frontis; os que no elegían la vía de Cabañales, en compañía de Nuestra Señora. La procesión, en fin, pasa por uno de los mejores momentos seguramente de toda su historia y ha celebrado brillantemente su 75 aniversario como mejor podía hacerlo, con un desfile procesional de altura.

Suerte que el tiempo venció a alguna de las previsiones iniciales y ni siquiera amenazó lluvia durante todo el desfile. La Semana Santa de 2016, pese a los augurios, parece que se está salvando y de hecho en los próximos días parece que los chubascos van a estar alejados de estas tierras. Eso sí, aparece de nuevo la incertidumbre de cara al Viernes Santo porque parece que entra un nuevo frente que podría afectar a la ciudad y sus procesiones.