La procesión del Espíritu Santo logró desafiar el mal tiempo y partir desde el arrabal hacia la Catedral de Zamora, donde el Santísimo Cristo recorrió las naves de la Seo. La lluvia impidió que la imagen titular regresara, aunque los hermanos sí lo hicieron.

Mientras que los hermanos comenzaban a llegar al huerto, lugar de hermanamiento para los miembros de la cofradía, mientras que los abrazos y apretones de manos y besos cobraban protagonismo, el abad, con gesto preocupado, y sus compañeros del cabildo menor (junta directiva), aguardaban el último parte de la Agencia Estatal de Meteorología transmitido por Emeterio Aliste, quien sobre las diez entró en la iglesia esbozando una sonrisa. De inmediato conversó con Juan Antonio Haedo y el abad tomó la decisión. "Salimos y en caso de que se complique atajamos por Mercadillo hacia la Catedral", sentenció el abad de la penitencial con el rostro algo más relajado.

Ajenos a la complicada decisión adoptada por los responsables de la penitencial, decenas y decenas de personas aguardaban, en una fría y húmeda noche, la salida del desfile, en tanto que los hermanos seguían accediendo al huerto diciéndose unos a otros "salimos, ¿verdad?".

A la hora prevista la campana de la iglesia románica del Espíritu Santo comenzó a sonar y los cofrades de acera, por cientos, pudieron escuchar el sonido de los tambores del Campanil. La cruz guía y la bandera precedía a las parejas de cofrades con su farol y su túnica de inspiración monacal, humilde y austera que revive el sentimiento de sobriedad y fervor de los antiguos religiosos del císter.

El Campanil establecía un diálogo con la campana de la iglesia en los primeros metros del desfile. La obra del maestro del hierro Miguel Fernández Calles abría el camino al incensario, un conjunto de forja que sembró el camino de un aroma inconfundible.

Ya estaba todo listo para que, tras las puertas del templo medieval, asomaran el Crucificado de mediados del siglo XIV que une a todo el barrio y al que acompañaron los hermanos de coro entonando "Crux Fidelis".

A buen ritmo los hermanos avanzaban hacia el Sillón de la Reina y Cuesta del Mercadillo para pasar por primera vez por la rúa del Silencio rumbo a la Catedral a la que, por primera vez en la historia de la hermandad, accedieron por la Puerta Santa, la principal, para ganar el jubileo del Año de la Misericordia.

Dentro del primer templo diocesano los hermanos rezaron al Santísimo Sacramento y veneraron a la imagen del Cristo de las Injurias, talla que la Diócesis de Zamora ha elegido como imagen de referencia jubilar. Tras salir del templo matriz, los hermanos hicieron profesión de fe, rezaron por el Papa Francisco y proclamaron el Evangelio de la Pasión de Nuestro Señor, como vienen haciendo desde el año 1975, para el coro poner voz "Christus Factus Est" para de nuevo acompañar al Cristo del Espíritu Santo en su retorno a su templo.