"El tiempo es el que hace a una obra". Así de taxativo se mostró ayer el escultor salmantino Fernando Mayoral Dorado con motivo de la charla-coloquio sobre los 25 años del paso de la Santa Cena que realizó para la Cofradía de la Santa Vera Cruz, desarrollado ayer en el local del Santo Entierro y promovida por las dos cofradías en donde el escultor salmantino cuenta con grupos escultóricos.

Desde su punto de vista, la ejecución del paso "resultó muy compleja porque fue un compromiso realizado en trece meses, ¡una verdadera barbaridad!". El autor, que se basó en gente conocida para realizar las distintas figuras, optó por una concepción de Jesucristo, los doce apóstoles y un perro fruto de su "invención", sin tener en cuenta otra representación artísticas del momento, pues "a veces el exceso de conocimiento te hace hacer lo que es de otros" y alude a que es la única escena de la última cena de Cristo que ha ejecutado, pese a haber realizado un proyecto para Salamanca que guarda algunas similitudes con la de Zamora pero "las figuras iban sentadas más a la manera judía".

Desde la perspectiva que dan los años, estima que la obra desde el primer desfile "caló" en la Semana Santa porque, en su opinión, "los anteriores, aunque había conservado la forma escultórica no zamorana, se equivocaron quizá en la escala o quizá no había una economía suficiente para realizar otro tipo de encargo".

Con respecto a su segunda aportación artística a la Pasión zamorana, la Conversión del centurión realizada en 2001 y que procesiona el Viernes Santo en el Santo Entierro, "es un concepto más acabado, en la idea de que tiene la gente de acabado porque lo hice en un año y son cinco figuras", expresa al tiempo que matiza: "El exceso de acabado mata un poco el arte".