José Luis Alonso Coomonte es un torbellino de ideas. Es un hombre de espíritu joven o como él dice "la cabeza me va por un lado y el cuerpo por otro y tienen que ponerse de acuerdo". La conversación con él bascula de un tema a otro, pero siempre de fondo su pensamiento filosófico. Creación en estado puro.

-¿Hay que ser creyente para poder realizar obras de arte sacro?

-Yo tengo fe, aunque cada vez me queda menos. A mí en la vida no me han convencido las personas. La tierra donde estamos es generosa y el ser humano le ha hecho muchos agujeros y la estamos destruyendo con las guerras y muchas otras cosas. Yo soy igual de creyente que era Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, quienes han sido mis maestros y luego yo he sido maestro en la Escuela de Artes y en la universidad, donde era un profesor muy distinto.

-¿Cuál fue su primer contacto con la Semana Santa de la ciudad?

-Fue hace muchos años cuando estaba en Madrid e hice una mesa para el Cristo de Quintín de Torre de la Tercera Caída. Iba a ir a ruedas e hice un Vía Crucis, porque la Semana Santa es un Vía Crucis. Estaba patinado en verde y por eso la llamaban "la Tanqueta". Esa se aparcó y ahora quieren hacer con ella un Vía Crucis para la parroquia de San Lázaro, lo que me parece muy bien, aunque ahora ya no se lleven eso de los Vía Crucis. Además con esta hermandad hay una simpatía y hasta diría un lazo emocional. Como mi relación con ellos fue muy agradable cuando hice la mesa les di una cruz. Luego di otra y otra. He dado muchas, la verdad es que no sé cuántas (risas). En ellas he jugado mucho con los símbolos. Llegó un momento en el que me cansé y dejé de darlas. No obstante, un día pensé que si no las daba quizás me moriría, por lo que comencé a regalarlas a otra cofradía en la localidad minera de Santa Lucía de Gordón.

-Su contribución estética a la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída, a la que ha hecho la Corona de Espinas, la Cruz de Yugos así como otras cruces procesionales y pectorales, le ha hecho merecedor del premio Barandales que otorga la Junta pro Semana Santa.

-Ha sido la Tercera Caída la que lo ha propuesto y los presidentes de cofradías y hermandades apoyaron la propuesta tras haber realizado hace varios años el cartel anunciador oficial de la Semana Santa. (Silencio). Me emociona el Barandales de Honor. Yo tengo que estar agradecido a muchas cosas.

-¿A qué?

-Soy un hombre con una cojonuda mala suerte buena porque cuando salgo de una cojonuda suerte mala me viene una cojonuda suerte buena y ahora parece que estoy en una buena (Risas).

-A usted se debe la rejería del Banco de España, el Miliario o La Farola, en la ciudad, pero sin duda la obra que ha marcado su trayectoria artística ha sido el Ostensorio que presenta a la Bienal de Salzburgo con el que gana la Medalla de Oro en Escultura.

-Pudiera ser. Fue muy importante. Comencé a hacer lo que han llamado el arte pobre. A Coomonte le propone un comisario una obra para ir a la Bienal de Salzburgo, dedicada a la eucaristía. El propio Chillida dijo que yo era el adecuado para ese encargo porque tenía que ser una custodia moderna. Para hacerlo tenía una postal de la custodia de Toledo y está hecho a su misma altura, 1,50 metros, y en vez de emplear plata utilizo hierro forjado y hago un desarrollo constante de la cruz en base a un libro de un cardenal del renacimiento, Nicolás de Cusa. Además, en el Ostensorio introduje el románico y el gótico.

-Su fijación por el símbolo de la cruz, ¿comienza con esa obra?

-Sin duda. Me interesa la cruz porque todos somos cruz y tenemos nuestra propia procesión inevitablemente. No obstante, ahora he aparcado un poco este tema.

-Las cofradías plantean hacer un nuevo Museo de la Semana Santa.

-Debemos de ser un poco austeros ahora. En el museo actual hay muchas obras que han venido de iglesias, algunas podían retornar a templos porque esas obras atraían a creyentes. Yo creo que el museo debería de ocupar diferentes lugares de la ciudad, diferentes edificios que están abandonados o que no tienen un uso concreto. Yo utilizaría el actual museo, la iglesia de Santa María la Nueva y la trasera de la Diputación que está abandonada. La rehabilita por dentro y la emplearía para algo útil, para albergar pasos. No estoy de acuerdo con hacer un edificio singular por un arquitecto singular que entierre dinero, para eso ya tuvimos el Castillo donde se gastaron elevadas cantidades, aunque luego ha quedado muy bien. Además, el centro de interpretación de las ciudades medievales no ha cuajado y yo le daría otro uso.

-¿Para qué lo emplearía?

-Para otros fines, pero lo tienen que decidir otros.

-En despachos y almacenes hay obras de arte adquiridas a artistas locales por diversas instituciones e incluso obras de las bienales. Desde su punto de vista ¿deben exhibirse?

-Es necesario habilitar un espacio donde recoger todas esas obras contemporáneas antes de que se pierdan o desaparezcan e incluso se podría unir a la figura de Baltasar. También hay obras de Alberto de la Torre o de Luis Quico, figuras que están olvidadas. En este lugar podrían exhibirse obras significativas de artistas de Zamora, podría rotarse de piezas y también de creadores. El Banco de España hubiera sido un buen lugar, pero el edificio del Consultivo sería una buena ubicación. Cada administración van a lo suyo y hasta que no vayan a una como en Fuenteovejuna habrá fracaso tras fracaso. Además, también se puede crear la Ruta de la Plata de la escultura.

-¿Dónde la iniciaría?

-Comenzaría con Vostell en Malpartida de Cáceres, siguiendo por Hervás con el Museo de Pérez Comendador, que tiene un paso en la Tercera Caída, en Béjar, Mateo Hernández que era un autodidacta; en Salamanca, estaría Venancio Blanco; y en Zamora Baltasar Lobo y otros.

-Usted dirigió la bienal de Zamora, ahora desaparecida. ¿Debería recuperar la ciudad una propuesta cultural similar?

-Las bienales ahora ya no tienen sentido, salvo las de Venecia o la de Alejandría. Tuvieron su momento importante pero ya no son tan interesantes. Yo fui director, trajo sus problemas y tuvo sus éxitos, pero puso a Zamora en el mapa del arte.

-Zamora ¿ha perdido mucha cultura?

-La cultura ha quedado abandonada. La creatividad y las artes se han dejado de lado porque no ha interesado a los políticos, salvo escasas cosas. Cuando existe una ausencia de la cultura entra la vulgaridad. Se me está dando más forraje que alimentación y yo quiero una alimentación adecuada que nutra.

-Si no hubiera sido escultor hubiera sido?

-Escritor, de hecho tengo un cuento editado. Me gusta mucho la escritura, la filosofía y la lectura. Yo hago muchos cuentos porque me gusta jugar con la palabra. Ahora estoy buscando otra faceta artística que cultivar. Yo leo mucho, tengo cientos de libros. Necesito crear porque para mí es respirar. Mi mayor riqueza la tengo en mi cabeza, yo me quedo con lo mejor que es mi creatividad.

-Su cabeza es un bullir de ideas y de proyectos, ¿en qué está trabajando en estos momentos?

-En el invierno no puedo trabajar en el taller porque hace mucho frío, por lo que dibujo para hacer ejercicio de mano. Estoy haciendo dibujos en papel de pergamino que son realmente muy divertidos. Sé que son obras que se vendería con facilidad, pero tendría que adquirirse toda la colección junta. Es una familia de dibujos que no se pueden separar. En estas piezas está Coomonte estupendamente creativo y he recuperado una técnica muy compleja, que trabajé hacia años. Los dibujos de Coomonte no se han conocido.

-Entonces, ¿para cuándo una muestra de esta faceta?

-Cuando me la quieran hacer bien hecha. Hacerla mal, a estas alturas del partido ya no acepto.

-Una pieza suya estuvo en la actual plaza de Castilla y León. Era "Equilibrio horizontal móvil".

-Me la quitaron sin avisar cuando, por ejemplo, en la Marina, donde hice las balaustradas, me avisan cuando las pintan y la pieza de Manhattan salió a la ciudad de Oporto y les pedí permiso para llevarla. La pieza de Equilibrio está en mi estudio desde hace diez años.

-¿Ha hablado con el actual equipo de Gobierno para situarla en algún lugar de la ciudad?

-Quizá en cualquier momento vayan a verme, pero los anteriores inquilinos del Ayuntamiento no han tenido ningún interés. La maqueta está en la Diputación y la de hierro estaba podrida de tanto regalar. La quitan de su emplazamiento en el centro de la ciudad y la llevan a la Renfe. Esa pieza de hierro la regalé a la ciudad, pero me tocó restaurarla a mí y conservo las facturas porque soy un jubilado. Podía haber demandado al Ayuntamiento pero no he querido. Ya en su momento gané cuando me subí a la Farola porque el consistorio de entonces, del PSOE, debía un dinero de la Bienal de Zamora. Ahora La Farola se empieza a pudrir por debajo a causa del riego, un problema del Ayuntamiento por un abandono total de mucho tiempo. Un abandono que se puede paliar y la pueden pintar, aunque esta vez no me encadenaré a altura como antaño, sino a menor altura. (Risas). La Farola no hay quien la toque porque es la Farola.

-¿Qué supone pasa usted que esa pieza y el Miliario hayan pasado de ser obras artística a estar integradas en la vida diaria de los zamoranos que hasta nos citamos en ellas?

-Lo que me llevo es haberlo hecho bien. El dinero es volátil, lo que dejo es hierro y bronce. Yo trato de recuperarme de mis éxitos y de mis fracasos. Las cosas se quedan ahí y yo el día que me tenga que ir me iré y dejaré todo aquí. Vine al mundo en un momento complicado, en un tiempo de mucha hambre, pero vine con un pan debajo del brazo y cuando me vaya también me llevaré un pan: poesía, arte y naturaleza.

-Usted es muy reclamado para conferencias y charlas.

-Próximamente daré una conferencia sobre creatividad y arte que abrirá una muestra ibérica en la ciudad portuguesa de Guarda, donde tendré una pequeña muestra de mi arte. Siempre he tenido mucha relación con Portugal, ¡cuál día me declaro portugués! (Risas). Me han tratado muy bien y en ese país he realizado varias exposiciones ya sea con profesores de arte ya sea en galerías de arte. Pese a mi edad estoy muy solicitado para conferencias, charlas y ahora me desgasto mucho y acudo a lo que quiero.

-Y ¿qué quiere ahora Coomonte?

-Quiero prórrogas, muchos bises, como en los conciertos.