La declaración de la Semana Santa zamorana como bien de interés cultural de carácter inmaterial pondrá barreras a los posibles cambios que se puedan llegar a iniciar en esta celebración, ya que según se expresa en el Boletín Oficial del Estado, publicado ayer, "la administración competente en materia de patrimonio velará por su normal desarrollo, tutelando la pervivencia y salvaguarda de los valores que han determinado su declaración como bien de interés cultural". Una situación que conllevará que las cofradías que deseen iniciar algún cambio deban seguir unas pautas que todavía no se han especificado.

Con orígenes en el siglo XIII, y posiblemente una de las más antiguas del país, la Semana Santa zamorana se ha declarado BIC de carácter inmaterial por la singularidad tanto de su escenario como de sus actores, los propios habitantes de la ciudad. "Ellos son los protagonistas y depositarios de la esencia de la Pasión zamorana, elemento básico de identidad global de lo zamorano, transmitido de padres a hijos", se especifica.

Además de la población, en el nombramiento como BIC de la Semana Santa zamorana han jugado un papel destacado otros aspectos como la estética que se mantiene en las 16 cofradías, "condicionada por la estructura urbana y por los lugares de culto" y las representaciones escultóricas, la mayoría de ellas de los siglos XIX y XX. "El valor iconográfico de los pasos procesionales es innegable, pero la singularidad de la Semana Santa se encuentra, en realidad, en el amplio repertorio de escenas que aparecen representadas en las procesiones", se apunta, con obras de Mariano Benlliure o Ramón Álvarez.

Para corroborar este nombramiento, se atañe a su "relevante manifestación" del patrimonio cultural de Castilla y León "en cuanto a rito y territorio, espacio físico y social, con el sentimiento y espíritu de los cofrades, auténticos soportes, que la han mantenido y fomentado como patrimonio vivo hasta nuestros días".