Cuando el hambre aprieta, el ingenio se saca a relucir, y, cuando sobra comida, hay que pensar una manera de "reciclarlo" para evitar que se vaya a la basura. Las torrijas, manjar típico de los días de Pascua y Cuaresma, son un buen ejemplo de cómo hacer un postre rico y sencillo a partir de ingredientes corrientes.

Mar Marcos, jefa de cocina del restaurante España de Fermoselle, apuesta por los productos de la tierra para elaborar sus torrijas, ya que les añade un almíbar dulce hecho con azúcar y vino blanco de la D.O. Arribes del Duero. Para lo demás, el tradicional pan del día anterior partido en rebanadas de unos tres centímetros de grosor, azúcar, leche, huevos y aceite de oliva de Fermoselle. "Lo ideal es colocar las rebanadas en una rustidera y bañarlas en un litro de leche hervida con un vaso de azúcar y una rama de canela. Tras dejarlas empapar durante una hora, se pasan por huevo batido y se fríen en abundante aceite caliente hasta que cojan un tono dorado", explica la chef fermosellana.

Después de retirar el aceite sobrante con papel de cocina, se añade una cucharada del almíbar de vino a cada una de las rebanadas y se dejan enfriar para comerlas tibias o a temperatura ambiente. Desde el siglo XV, los españoles han disfrutado de este manjar y, aunque la Semana Santa termine hoy, muchos serán los que no puedan esperar para volver a probar uno de los desayunos tradicionales típicos de la gastronomía zamorana.