Caminar por la Rúa es misión imposible. Un paso adelante y dos atrás. La Semana Santa de Zamora ha estrenado su declaración de Bien de Interés Cultural recibiendo a 350.000 personas que no quieren perderse ni un solo detalle de lo que significan los días de Pasión. Y no son solo procesiones. Son paseos por Santa Clara, postureo en las terrazas de los bares, meriendas en la Catedral, copas en los Herreros. La capital vive en estado de ebullición, no cabe un alfiler. Y eso son grandes noticias para la ciudad y para todo el tejido comercial y hostelero que encuentra en estos días un salvoconducto a la apatía generalizada del resto del año.

Las previsiones de la Subdelegación del Gobierno se han cumplido. La administración había preparado un dispositivo de seguridad para atender el bienestar de 350.000 personas y finalmente la cifra de visitantes en la capital durante estos días se acerca mucho. El grueso de turistas llegó entre el miércoles y ayer, fruto de la festividad de Jueves Santo en todas las regiones salvo Cataluña y Comunidad Valenciana. Muchos de ellos se alojan en casas de familiares, pero eso no ha restado ni un ápice de ocupación a los establecimientos hosteleros de ciudad y provincia. Según las últimas estimaciones, los hoteles de la capital rozan el lleno completo, mientras que en el entorno rural las habitaciones están ocupadas al 92%.

La huelga de AutoRes que amenazaba el buen funcionamiento de las llegadas a la capital no ha hecho mella, finalmente, en el turismo semanasantero. A pesar de que hosteleros aseguraban que el daño ya estaba hecho, decenas de autobuses han llegado a la estación de la capital durante los últimos días desde diferentes puntos del mapa, aunque especialmente desde Madrid. Y lo mismo ocurre con los trenes arribados en Zamora. Con motivo de la Pasión, Renfe ha preparado un dispositivo especial para los Alvia con un incremento de 1.600 plazas.

El funcionamiento de la ciudad, por último, apenas se ha visto afectado excepto por el incremento de circulación tanto peatonal como de vehículos, lo que convierte en una odisea el momento de buscar aparcamiento. En la calle, no obstante, el trasiego de personas hace preguntarse si uno camina por la impertérrita Zamora o en cambio se encuentra en una suerte de Gran Vía en mitad de la meseta. Algo, sin duda, celebrado por los hosteleros que dan, y mucho, abasto durante todas las horas del día.

Tres días son los que restan de Pasión antes de que la ciudad regrese a su estado natural de sosiego. Eso ocurrirá el lunes. Hasta entonces, Zamora vivirá en una excitación permanente cuyo nombre es Semana Santa.