Los anticuerpos contra SARS-CoV-2 se vuelven indetectables en las pruebas serológicas, en un 43,3% de los pacientes, transcurridos siete meses desde la infección.

Esta es la principal conclusión de un trabajo que analizó la evolución de los niveles de anticuerpos IgG en la población, en el marco de estudio seroepidemiológico nacional de SARS-CoV-2 (ENE-COVID).

La IgG es la clase de inmunoglobulina predominante en el cuerpo y puede encontrarse en la sangre y en otros fluidos.

Se trata de un anticuerpo que protege contra las infecciones bacterianas y víricas, y se desarrolla de forma específica transcurridos varios días después de la infección. 

La mayoría de los pacientes infectados con SARS-CoV-2 desarrollan anticuerpos IgG frente a diferentes proteínas del virus como son las proteínas de la espícula (S) y de la nucleocápside (N), y, por lo tanto, se pueden utilizar como antígenos en los ensayos de serología clínica para la detección de anticuerpos. 

En el 43,3% de los pacientes que habían dado positivo la IgG se volvió indetectable al cabo de los siete meses.

Sin embargo, tal y como explica Mayte Pérez Olmeda, responsable del Laboratorio de Serología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), investigadora del área de Enfermedades Infecciosas del CIBER (CIBERINFEC):

"Los datos publicados sobre cuánto dura la presencia de los anticuerpos frente a SARS-CoV-2 después de una infección natural son inconsistentes, con investigaciones que informan de una disminución rápida de IgG dentro de los 3 meses después de la infección, a otros trabajos que recogen que los niveles de IgG permanecen estables durante 4 a 6 meses",

El anticuerpo IgG indetectable con el paso de los meses

En el marco de este nuevo trabajo, el Grupo de Estudio ENE-COVID –en el que participan miembros del CIBER de las áreas de Enfermedades Infecciosas y de Epidemiología y Salud Pública y del ISCIII– aprovechó las posibilidades de este gran proyecto seroepidemiológico para analizar las tendencias evolutivas en la detección de IgG frente a la proteína N.

Se trata de un inmunoensayo en las cuatro rondas del estudio ENE-COVID, desarrolladas en un período de siete meses, entre abril y noviembre de 2020.

Pues bien, de las 7.400 personas que participaron en las cuatro rondas, un total de 2.595 (35,1%) fueron positivas para la IgG en al menos una ronda.

"En el 43,3% de los pacientes que habían dado positivo en la primera ronda, la IgG anti-nucleocápside se volvió indetectable al cabo de los siete meses" detalla Jesús Oteo, director científico de CIBERINFEC y uno de los coordinadores de este estudio.

Anticuerpos no detectados no significa falta de inmunidad

¿Depende la duración de los anticuerpos de la gravedad de la enfermedad?

Según señala el investigador, la razón de no detectar anticuerpos en un porcentaje tan alto de pacientes...

"Puede deberse al hecho de que la mayoría de los pacientes positivos en nuestra cohorte eran asintomáticos (alrededor de un tercio de los participantes) o tenían infecciones leves, lo que nos llevaría a concluir que la respuesta de IgG es heterogénea y está condicionada por la severidad de la infección".

Anticuerpos no detectados no significa falta de inmunidad

El estudio confirma que un porcentaje sustancial de pacientes infectados por coronavirus puede tener resultados negativos en las pruebas serológicas en los meses posteriores a la infección, razón por la que muchas personas dan por hecho que no han pasado la infección. 

Sin embargo, "este hallazgo no es necesariamente indicativo de una reducción de la inmunidad contra el SARS-CoV-2 puesto que la memoria inmune asociada con las células T y B podría generar protección a largo plazo, como ocurre con otras enfermedades infecciosas", subraya el director del área CIBERINFEC.