Hasta hace poco beber agua resultaba extremadamente peligroso.

A lo largo de la historia el agua de bebida mató alrededor de 4 veces más gente que todas las guerras que asolaron a la humanidad juntas.

Los datos de la OMS indican que incluso hoy en día el agua que bebemos todavía sigue causando más muertes que las que generan conjuntamente todas las formas de violencia (incluidas las guerras).

UNICEF calcula que más de 1.000 niños menores de 5 años mueren cada día en el mundo por problemas con el agua potable.

De la cerveza para niños a uno de los inventos que más vidas salvó

A principios del siglo XX en las ciudades europeas más avanzadas beber agua era un riesgo inasumible para un menor. Así las familias burguesas económicamente pudientes les daban cerveza a los niños pequeños.

Hoy puede parecernos descabellado, pero dar cerveza a los menores para reducir la mortalidad infantil provocada por el agua de bebida fue la solución que adoptaron las antiguas civilizaciones Elamita, Sumeria, Amorea o Egipcia.

Afortunadamente las cosas cambiaron radicalmente a partir de 1904.

Los avances han permitido lograr agua potable en muchísimas partes del mundo. Pero aún queda

Ese año el Dr. John L. Leal (1858-1914) empezó a clorar el agua que, proveniente del embalse de Boonton, abastecía a la ciudad de Jersey.

El cloro destruye rápida y eficazmente a los patógenos presentes en el agua de abasto.

De repente la gente de Jersey dejó de enfermar y morir a causa del agua.

Los resultados fueron tan espectaculares que en muy pocos años la tecnología descubierta por el Dr. Leal se extendió por el mundo.

Y en menos de 20 años la gran mayoría de las ciudades tenían plantas de cloración para su agua de abastecimiento.

El Dr. Leal y los negacionistas del cloro

Hoy en día casi nadie sabe quién fue John Leal, aunque no hay duda de que su invento fue uno de los que salvó más vidas humanas en toda la historia.

Al menos uno de cada siete lectores de este artículo le debe la vida al invento del Dr. Leal.

Pero lejos de conseguir el reconocimiento merecido, el Dr. Leal fue juzgado en 1906 y en 1908 acusado de "envenenar agua con productos químicos".

Los negacionistas de entonces (con el mismo tipo de razonamiento que los negacionistas y antivacunas de hoy en día) no creían que el agua tuviese patógenos que produjesen enfermedades.

Por su culpa el Dr. Leal pasó por un verdadero calvario.

Solo consiguió ser rehabilitado pocos meses antes de su muerte. Pero para entonces un par de avispados ya le habían robado la patente de la cloración.

El daño que estos negacionistas hicieron a la humanidad fue tremendo.

En varios lugares consiguieron frenar durante años la cloración del agua, lo que mató a decenas de miles de personas. Pero nunca se les juzgó como inductores de tantísimas muertes.

Hoy en día se intenta que hasta el agua más pura esté clorada

Hasta muchas fuentes de montaña tienen cloro

Desde la época del Dr. Leal se han desarrollado muchísimos avances en el tratamiento del agua potable. Y pese a todo, hoy en día la cloración sigue siendo el tratamiento estrella para terminar con los patógenos.

Prácticamente toda el agua potable que consumimos está clorada. Incluso muchas de las fuentes de montaña, en las que la gente hace cola para abastecerse según creen de agua sin cloro, tienen acoplado un clorador automático. 

¿Por qué el agua de beber es peligrosa?

La gran mayoría de los asentamientos humanos se abastecen de agua potable procedente de embalses que se suceden uno tras otro a lo largo de la cuenca de los ríos.

Una ciudad capta agua de un embalse y la utiliza para su consumo.

Pero también vierte aguas residuales que finalmente van a parar al mismo río, por lo general en un punto situado un poco después de la captación.

El problema está en que aguas abajo de ese vertido a menudo hay otros muchos pueblos y ciudades cogiendo agua para beber.

El ejemplo del Río Tajo

Un ejemplo lo podemos ver en la cuenca del Río Tajo.

Pasa por las provincias de Teruel, Guadalajara, Cuenca, Madrid, Toledo y Cáceres antes de entrar en Portugal, donde transcurre por los departamentos de Castelo Branco, Portalegre, Santarén y Lisboa.

Muchos millones de personas consumen agua de esta cuenca y vierten en ella sus aguas residuales, un poquito más abajo.

Así, quienes están situados río abajo beben agua que está muy mezclada con las aguas residuales que han vertido los que están cuenca arriba.

Mientras más abajo en la cuenca, peor.

En el Día Mundial del Agua es importante responsabilizarse todos para no contaminar

¿Bebemos aguas residuales?

Como consecuencia de lo que acabamos de explicar, se estima que al menos 15 de cada 100 vasos de agua que bebe un lector de este artículo fue en su momento agua residual vertida cuenca arriba.

Pero en las poblaciones abastecidas por la parte baja de los ríos, esta cifra suele ser muchísimo mayor.

Existe otro gran problema: en los ríos también se van acumulando aguas procedentes de vertidos industriales, agrícolas y ganaderos, que deterioran enormemente la calidad del agua.

Pero tenemos la enorme suerte de que las estaciones de tratamiento de aguas potables (ETAP) y las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) son unas obras de extremadamente sofisticadas donde una serie de complejos procesos consiguen agua de buena calidad a bajo precio.

Los nuevos problemas emergentes

El problema es que el cambio global está planteando nuevos problemas al suministro de agua potable de calidad.

Son problemas emergentes a los que nunca antes nos habíamos tenido que enfrentar.

Y ante esta perspectiva, una pregunta resulta inevitable:

¿Pueden las actuales plantas de tratamiento de aguas potables y las estaciones depuradoras de aguas residuales hacer frente a estos problemas emergentes y seguir suministrando agua potable de calidad?

Las medicinas son uno de los contaminantes más difíciles de eliminar del agua que bebemos

La contaminación con productos farmacéuticos

Entre la panoplia de problemas que el cambio global está trayendo a las cuencas de nuestros ríos, algunos resultan sorprendentes y no todos están solucionados.

En este sentido la Organización Mundial de la Salud advierte de que la presencia de multitud de productos farmacéuticos en el agua potable es uno de los problemas emergentes que más rápidamente se agravan.

En una ciudad mucha gente toma medicamentos muy diversos. Y cuando tomamos un fármaco excretamos buena parte del mismo.

Por hacernos una idea de los valores de esta excreción, cuando tomamos un betabloqueante como el Atenolol excretamos el 90% del mismo. Con un antibiótico como la amoxicilina excretamos el 60%.

Pues bien, a través del sistema de recogida y tratamiento de aguas residuales esos productos terminan llegando a una cuenca fluvial, pues las actuales estaciones depuradoras de aguas residuales no están pensadas para retener fármacos.

Por ejemplo, los mejores sistemas de lodos activados tienen una eficacia de solo el 11% a la hora de retener estos productos.

En general muchos de estos fármacos son moléculas difícilmente degradables. Y por eso en los embalses situados aguas abajo de la cuenca fluvial se acumulan una gran cantidad de fármacos.

  • Las estaciones de tratamiento de aguas potables tampoco están pensadas para retener estos productos.
  • Los sistemas de filtración por arenas no retienen nada de estos productos.
  • Los sistemas de floculación-sedimentación solo retienen el 5% .
  • Incluso la ozonización solo elimina el 23% de los fármacos.

¿Bebemos medicinas?

La realidad es que entre lo que excretamos y la ineficacia de las estaciones depuradoras y potabilizadoras para retenerlos, por nuestro grifo sale un muestrario de fármacos mucho mayor que el que lleva un visitador médico en su maletín.

Cuando bebemos un vaso de agua potable de una ciudad española típica estamos tomando:

  • Analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (Ibuprofeno, Diplofenaco, Paracetamol) en cantidades que a veces superan los 2.500 ng l-1
  • Antidepresivos (como el Prozac) con hasta 300 ng l-1.
  • Betabloqueantes adrenérgicos (como el propanolol) con niveles que alcanzan los 375 ng l-1
  • Antiepilépticos
  • Broncodilatadores, etc.

Del mismo modo los pesticidas y herbicidas, así como una ingente cantidad de productos industriales, están presentes en el agua de bebida.

Y entre ellos hay potentes mutágenos y agentes cancerígenos, que son sin duda una gravísima amenaza para nuestra salud.

Se argumenta que las cantidades de estos productos no son demasiado elevadas.

Pero para la mayoría de estas sustancias no hay un umbral de seguridad que asegure que son inócuos.

Tampoco tenemos alternativas en el agua embotellada. Porque las aguas de muchísimos acuíferos a menudo también tienen este tipo de contaminación.

Y por si todo esto fuera poco, la eutroficación del agua plantea el que podría ser el mayor problema al que tendremos que enfrentarnos.

La realidad es que en los países desarrollados estamos mucho mejor de lo que estábamos, pero los científicos y los ingenieros siguen luchando porque estemos mejor.