Los periodos de epidemias ya están aquí y amenazan con quedarse. El daño ambiental (nunca insistiremos bastante) favorece la aparición de nuevas enfermedades humanas por salto entre especies.

Y como además hay ciertos animales que, al haber climas cada vez más cálidos en zonas como Europa o América del Norte, se expanden por nuevas latitudes…

Los mosquitos tropicales están cada vez más extendidos por todo el planeta. Todos sabemos, y lo hemos sufrido alguna vez, que sus picaduras son molestas y duraderas. Pero eso apenas tiene importancia. El verdadero peligro de estos invasores no se soluciona rascando. Su avance silencioso, su salto a nuevos continentes, podría estar incubando la próxima pandemia humana mundial: un poderoso arbovirus.

El peligro viaja… en moquitos

Los arbovirus son un grupo de virus que abarca a familias muy diferentes, cada uno infectando a especies específicas y con su sintomatología particular. Pero tienen como característica común que para difundir su infección utilizan artrópodos (animales invertebrados con esqueleto externo y apéndices articulados, es decir, insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos.)

Durante las tres últimas décadas venimos escuchando cómo enfermedades causadas por estos virus se distribuían cada vez con más rapidez por casi todo el mundo.

Archivo - Un mosquito. UEX - Archivo

Y ahora que uno de sus transmisores, el temido mosquito tigre (Aedes albopictus), ya está en Europa, el resultado es que también en el viejo continente están apareciendo brotes esporádicos de algunas de estas enfermedades.

Por eso lo que se teme hoy es que con un clima paulatinamente más cálido en estas regiones y la expansión de las zonas urbanizadas, estos virus se alcancen cotas sin precedentes.

Pero no se trata ni mucho menos de predicciones a largo plazo. Hablamos, por ejemplo, de que hay personas que han enfermado de dengue en España. Los arbovirus ya están entre nosotros.

Hasta hace décadas, lo normal en la mayoría de estos virus es que llevaran a cabo un ciclo selvático o rural. El virus contaba con un hospedador principal, animales donde se reproducía eficazmente, y en ellos es donde donde artrópodos como mosquitos y garrapatas podían infectarse.

Una vez que el artrópodo está infectado actúa como vector, pudiendo transmitir el virus con su picadura a otro animal para así continuar el ciclo. Pero si los vectores infectaban a un humano, el ciclo se cortaba. Podría ocasionar la enfermedad, sí, pero el virus no estaba adaptado a nuestro cuerpo y no se reproducía en cantidad suficiente como para que un artrópodo pudiera infectarse con nuestra sangre.

Ahora nos hemos empeñado en cambiar las cosas y el ciclo selvático se ve interrumpido en demasiadas ocasiones por los humanos. Tanto que muchos de estos virus se han adaptado a nosotros y ahora provocan brotes epidémicos por todo el mundo. Un ejemplo más de que la intromisión continuada en el medio natural tiene un perjuicio grave en nuestra salud.

Así las cosas, muchos de los arbovirus pueden completar ya un ciclo urbano: infección de personas por la picadura de vectores que a su vez se infectaron de otra persona. Así, contamos ya con el dengue, el zika o el chikunguña.

El chikunguña

Era un virus que, en su origen, estaba limitado a África, causando enfermedad en primates pero no humanos. Ahora, apenas 70 años después de su descubrimiento, el virus ha infectado en todos los continentes habitados.

Picadura de mosquito. Shutterstock

En América su expansión fue terrorífica. Hasta diciembre del año 2013 no se detectó su presencia en el continente, pero en febrero de 2015, apenas un año y dos meses después, había más de un millón de infectados confirmados.

El primer brote en Europa ocurrió en 2007. Se cree que una única persona infectada, que había viajado a la India, dio origen un brote en Italia. Más de 200 personas se infectaron en una zona con alta presencia de mosquito tigre que transmitió la infección. En esa ocasión, una persona perdió la vida.

Por desgracia no fue un caso aislado. Brotes en Europa se han repetido desde entonces, como otro nuevamente en Italia que afectó a unas 500 personas en 2017, aunque su presencia sigue siendo a raíz de casos importados. Sin embargo, es altamente probable que en los próximos años el virus acabe por establecerse en el continente dado que cada vez hay una más amplia distribución de su vector, el mosquito tigre.

El zika

También tiene ya una distribución mundial. Siguiendo la estela del chikunguña, el primer caso se detectó en América en 2015, donde la enfermedad llegó para quedarse. En Brasil el zika dio el que, de momento, es el mayor brote de la enfermedad.

Fue durante este brote cuando se descubrieron las terribles consecuencias que tenía la enfermedad durante los embarazos: abortos y malformaciones fetales, como la tan conocida microcefalia. En Barcelona, en 2016, nació el primer bebé de Europa afectado por la enfermedad, aunque de momento todos los casos son importados.

Labores de fumigación de parques y zonas verdes contra el mosquito del virus del Nilo, en foto de archivo. AYTO.GUILLENA

El Dengue

Es la enfermedad que más preocupa, por su extensión y su mortalidad. Se calcula que al año llega a causar unos 100 millones de infecciones. La enfermedad suele ser suave, pero en casos graves llega a derivar en un shock hemorrágico que provoca la muerte.

Está sobradamente establecido en todos los continentes. En 2012 un gran brote en Madeira, en Portugal, infectó a más de 2.000 personas. Desde entonces el virus se expandió por Europa y en la actualidad tenemos incluso casos locales en España.

No hay nada que haga pensar que este virus va a detenerse aquí. Sus vectores están cada vez más distribuidos y son muy comunes en las zonas mediterráneas.

Además debe quedarnos claro que si el dengue se ha establecido, el chikunguña, el zika, la fiebre amarilla o cualquiera de los virus que se transmitan por estos mosquitos también pueden hacerlo.

Las tres enfermedades mencionadas son de las más conocidas causadas por arbovirus, pero no son ni mucho menos las únicas. Estamos rodeados de arbovirus, muchos de momento animales, pero algunos otros ya han provocado muertes humanas.

La Enfermedad Hemorrágica de Crimea-Congo

Se han confirmado dos casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) en España. En concreto, en la comarca del Bierzo. Se trata de un cazador de 49 años y que, actualmente, se encuentra estable. El segundo, de 51 años, falleció el pasado 19 de junio, y fue diagnosticado retrospectivamente el 20 de julio.

La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (CCHF, por sus siglas en inglés) es una enfermedad causada por un virus transmitido por garrapatas.

Las garrapatas atacan también a las mascotas Agencias

El Virus del Nilo Occidental y la Fiebre del Valle del Rift

Más conocido como ‘West Nile virus’ también lo tenemos en nuestro país, con posibilidad de provocar neuroinfecciones en personas. Y la fiebre del Valle del Rift está en zonas muy cercanas al Mediterráneo.

Y así continuamos con un gran listado de arbovirus capaces de provocar enfermedades animales y que se deberían vigilar, como el virus Toscana, virus Usutu, virus Sindbis, virus de la lengua azul… Dado el cada vez más estrecho contacto entre animales y humanos, si uno de estos virus sufriera una mutación podría producirse el primer caso de una nueva enfermedad humana.

Pero también podría darse el caso de que una enfermedad ya establecida en humanos se volviera mucho más contagiosa.

Ya se ha transmitido el virus del zika de persona a persona, sin necesidad de mosquito intermediario. Este virus tiene la capacidad de aguantar durante meses en el semen, siendo su transmisión sexual de sobra conocida. Y también se confirmó un caso de transmisión sexual de dengue.

Resulta ser un tipo de transmisión bastante fácil de prevenir. Pero también sabemos de sobra que el VIH, igualmente fácil de prevenir, se expandió por todo el mundo y sigue infectando a millones de personas, aumentando preocupantemente su prevalencia.

Si la prevalencia de estas enfermedades continúa aumentando, se incrementarán enormemente las posibilidades de que aparezcan mayores mutaciones que les hagan dejar de depender de vectores. Tal vez dentro de unos pocos años la transmisión sexual de dengue y zika sea la norma.

Para más preocupación, la tan esperada inmunidad de rebaño con el coronavirus podría no tener efecto de darse una de estas epidemias. Es más, en el caso del dengue sería contraproducente. La presencia de anticuerpos frente al virus en un humano, más allá de evitar reinfecciones potencia la gravedad de la enfermedad.

Durante las últimas décadas hemos asistido a un flujo imparable de arbovirus que comienzan a dar enfermedades en humanos, con consecuentes brotes epidémicos. Los mosquitos y los humanos avanzamos imparablemente a nuevos rincones del mundo. Dada la situación, una futura pandemia por un arbovirus no resulta nada descabellado.

El cuidado del entorno natural y apostar por una vigilancia donde se estudie la salud humana, animal y medioambiental en su conjunto serán la única manera de prever y prevenir estas enfermedades emergentes.