Para empezar definamos lo que se entiende por ruido blanco. Se trata de un sonido que integra todo el espectro de frecuencias sonoras que existen, de una manera armónica y sin que ningún sonido destaque por encima de otro. Por eso se llama ruido blanco, como el color blanco, que es la suma de todos los colores.

Ejemplos de ruido blanco serían el sonido de lluvia que cae monótona y constante; el romper de las olas del mar; el crepitar de la leña en la chimenea…

Y en el entorno doméstico, es el que produce la televisión encendida sin sintonizar ningún canal, o, incluso, el ruido que emite un ventilador.

En los últimos años se ha extendido la idea de que el ruido blanco sirve para conciliar el sueño y hay estudios que apuntan en esta dirección, pero no existe tampoco una evidencia clara a tenor de las investigaciones publicadas, en las que las muestras no son muy amplias y las metodologías no coinciden para poder comparar resultados.

Es cierto que hay trabajos que apuntan a que la escucha del ruido blanco aumenta la calidad del sueño. Sin embargo, podría parecer que la ciencia avala su eficacia, pero no todos los estudios apuntan en esa dirección.

Ruido blanco, conclusiones

De hecho, en 2021 el departamento de psiquiatría experimental de la Universidad de Pensilvania publicó una revisión sistemática de todos los estudios realizados sobre ruido blanco y concluyó que los trabajos realizados hasta el momento no son suficientes para vincular el ruido blanco con la mejora en la calidad del sueño.

Algunas teorías sostienen que el ruido blanco sirve para conciliar el sueño porque enmascara otros sonidos ambientales que pueden interrumpir el descanso.

Pero, por otro lado, hay estudios que indican que el ruido blanco puede tener efectos perniciosos.