El agua es uno de los elementos más importantes que conforman nuestro cuerpo: el 90% del cerebro, el 83% de nuestra sangre el 75% de los músculos están formados de agua. Sabiendo con precisión los porcentajes exactos es innegable que el ser humano necesita consumir agua a diario para gozar de una buena salud.

El hábito saludable de beber hasta cuatro vasos de agua en ayunas al levantarnos, una hora antes de desayunar, tiene un gran poder sanador. Los expertos insisten en la importancia de instaurar esta rutina, tal como desvela el Instituto Europeo de Hidratación.

Todos los órganos necesitan agua para su correcto funcionamiento. Con la ingesta de agua provocamos una mayor diuresis, y de esta forma se eliminan toxinas y otras sustancias de desecho, evitando la aparición de enfermedades, depurando el organismo y aumentando el metabolismo.

El agua ayuda a regular la temperatura global del cuerpo gracias a la disipación del calor. Si el cuerpo se calienta demasiado, pierde agua a través del sudor y la evaporación de éste en la superficie de la piel disipa el calor del cuerpo.

Una adecuada hidratación ayuda a humedecer los tejidos del cuerpo y a preservar la elasticidad, suavidad y color de la piel.

Beber agua es fundamental para el funcionamiento correcto del cerebro. Las células del cerebro reciben sangre oxigenada y el cerebro se mantiene alerta. Una pérdida de más de un 2% del peso corporal debido a la deshidratación puede afectar la capacidad de procesamiento del cerebro y la memoria a corto plazo.

La hidratación en ayunas facilita la transportación de hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales, a las células. De esta manera, las células son capaces de producir la energía necesaria para un buen funcionamiento del cuerpo.

La hidratación ayuda al proceso digestivo; una mala hidratación crónica puede producir estreñimiento, ya que se ralentiza la velocidad del paso de las heces a través del intestino.

Los líquidos son importantes para el funcionamiento del corazón. La deshidratación reduce el rendimiento cardiaco, lo cual puede aumentar la tasa cardiaca y causar una bajada de tensión.

El agua actúa como un lubrificante para los músculos y las articulaciones: ayuda a proteger a las articulaciones y a que los músculos funcionen correctamente y tener un buen rendimiento físico.