BBVA ya permite que los clientes de la entidad visualicen su patrimonio neto a través de la “app”. Es una de las ventajas del nuevo servicio de salud financiera de este banco, que ofrece una iniciativa que se pone en marcha por primera vez en España y que se entiende como una de las prioridades estratégicas de la empresa. La idea es ofrecerle al ciudadano una información detallada y permitirle una gestión diaria más eficiente. En el marco de la puesta en marcha de este servicio, LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA y BBVA han organizado el webinar “Salud financiera, qué es y cómo gestionarla”, que se celebrará el próximo 28 de octubre a partir de las 12.00 horas. Una de las ponentes será Esther del Brío, catedrática de Economía Financiera y Emprendimiento en la Universidad de Salamanca, máster en finanzas por la Universidad de Cambridge y doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Salamanca, con premio extraordinario de doctorado. Del Brío es la conductora del programa Kakebo de economía en Radio Universidad de Salamanca y también la autora del primer proyecto de educación financiera para niños “El bosque de la economía”. Además, ha sido también invitada a otras universidades de prestigio, como las de Cambridge, Oxford, Bolonia y Esc-Lyon (Francia).

–¿Qué definición puede hacer de la salud financiera?

–Yo creo que, cuando hablamos de esto, se trata sobre todo de buscar que las familias conozcan sus finanzas. Es decir, que sepan cuáles son sus ingresos y sus gastos, y tengan herramientas para maximizar sus posibilidades.

–En ese sentido, muchas familias han visto condicionadas esas opciones por la pandemia.

–La pandemia ha supuesto un parón de todos los sectores económicos. Casi todas las familias se han visto afectadas de una manera o de otra, sobre todo las que tenían a alguno de sus miembros en un ERTE, las que han visto alterado su puesto de trabajo o los autónomos y empresarios que han sufrido con sus negocios. Hay personas que han tenido que depender de ayudas y que han vivido tiempos especialmente difíciles. Aun ahora sigue la incertidumbre. Además, hemos tenido la mala suerte de la crisis energética que ha llegado y que ha llevado a una inflación muy alta y también a un parón en los sectores industriales.

–En este contexto, ¿qué consejo se le puede dar a las familias para que tengan un mejor control?

–El mejor consejo que hay que dar siempre a las familias es que la planificación tiene que venir de antes de las crisis. En ese momento, las cifras ya están justas y la opción es buscar nuevos ingresos o ahorrar más. Esa es la única solución cuando el problema ya lo tienes encima. Es importante que las familias determinen previamente los gastos prescindibles e imprescindibles. Lo mejor es una planificación a largo plazo en la que no pensemos que los tiempos que vienen van a ser mejores, porque hay que prevenir. En esta línea se enmarca la necesidad de planificar la jubilación, por ejemplo. Los problemas vienen sobre todo cuando ya te ha pillado el toro.

–¿Qué se puede hacer para evitar caer en el cortoplacismo?

–Cuando estamos hablando de unidades familiares, lo primero es que todos los miembros tienen que saber en qué circunstancias se mueve la familia. Si hay que ahorrar, hay que ahorrar todos. Una vez eso está claro, resulta importantísimo que la familia lleve un registro de gastos e ingresos y, al final de mes o cada quince días, hagan la suma y sepan cuál es la situación. En esas cuentas hay que ver si cada gasto es prescindible o imprescindible. Si es en comida, poco puedes ahorrar, pero a lo mejor sí se pueden tomar otras medidas, como utilizar menos el coche. En este contexto, también un 67% de los ciudadanos ha cambiado sus usos para adaptarse a los horarios de los tramos baratos de la electricidad. Luego está el ocio, donde el nivel de ahorro es relativamente alto en los últimos tiempos, porque no ha habido mucho con la pandemia. El mayor problema siempre es para quien los ingresos van justos. Hay que saber en qué se está yendo el dinero y hay que registrarlo, porque a veces descubres que hay cantidades que puedes ahorrar, aunque sea en cosas que parezcan nimias en un primer momento.

–Usted ha participado en un proyecto de educación financiera para niños. ¿Es importante que sepan también sobre estos temas?

–“El bosque de la economía” es un proyecto de educación financiera que hicimos con la Junta. El principal resultado que obtuvimos es que solo controlan el gasto los niños de familias con rentas bajas. Y lo hacen porque las familias les hacen saber que hay determinadas cosas que no se pueden permitir. En las familias de clase media, a lo mejor no se explica por vergüenza o porque los niños luego lo van contando todo. Pero no debe ser así. Tenemos que enseñarles a ser responsables, a saber hasta dónde se puede llegar. Ahora está produciéndose un fenómeno con los jóvenes universitarios, que se quejan de que les estamos educando como a ricos. Eso no puede ser así. Hay que contarles las cosas claras desde el principio. A la generación del “baby boom” nos educaron con austeridad y nosotros a los niños les hemos dado todo. En el término medio y en la información está la virtud. No les podemos dar más incertidumbre.

–¿Esta información se tiene que trasladar a las aulas?

–Por supuesto. Es necesario que se integre este debate en los centros educativos. “El bosque de la economía” se hizo ya en centros de Castilla y León. Tiene que ser un conjunto, una mezcla de todo. Los medios también tenéis un papel fundamental, junto a las entidades financieras.

–En definitiva, ¿qué mensaje quiere trasladar en el webinar?

–Creo que será un evento interesante, porque nos hemos juntado personas de distintos ámbitos para debatir sobre esto. La educación financiera es cuestión de todos y tiene que llegar a todos. Las mujeres tienen menor acceso a productos financieros y hay que trabajar sobre ellas. También sobre los niños, adolescentes y universitarios, porque van a tener que tomar pronto decisiones de adultos.