La crisis del coronavirus ha establecido, a la fuerza, un nuevo escenario laboral en el que la prevención de riesgos ha cobrado una relevancia que rescata a los profesionales de este sector de una inmerecida invisibilidad. Porque, tal y como explica Iván Ciudad Valls, profesor colaborador del Máster de Prevención de Riesgos Laborales de la Universitat Oberta de Catalunya y CEO de ICCESAL (Investigación y Consultoría en Condiciones de Empleo y Salud Laboral, SL), ahora que estamos hablando de pandemias, no está de más refrescar unas cifras que ya estaban ahí antes del coronavirus: la OIT indica que cada día fallecen 7.616 trabajadores en el mundo y más de un millón sufren un accidente de trabajo o algún tipo de enfermedad relacionada con este. “La precariedad y la falta de un empleo decente es una constante a nivel global en ‘condiciones normales’ y parece que esto lo asumimos con cierta resignación. La necesidad hace que se infravalore el riesgo y el espíritu de supervivencia hará priorizar otros aspectos”, explica el experto, que subraya que ahora más que nunca, el liderazgo y la integración en materia de prevención debe fortalecerse en las empresas para garantizar nuestro bien más preciado: la salud.

Es obligación de las compañías adoptar las medidas preventivas de carácter colectivo o individual que sean más adecuadas en cada caso, en función del tipo y características específicas de cada actividad, y revisarlas siempre que un cambio en las circunstancias lo haga necesario. “El SARS-CoV-2 ha situado a los profesionales de prevención de riesgos laborales en el ojo del huracán ya que se les exige que ‘garanticen’ la seguridad y la salud de los trabajadores en un contexto excepcional donde se ha evidenciado, entre otros, la falta anticipación y preparación”, explica Iván Ciudad Valls, que recuerda que estos profesionales son los auténticos conocedores de cómo combatir, gestionar y eliminar los riesgos. Y, en concreto, el biológico, que se suma al repertorio de lesiones más frecuentes en el entorno de trabajo: los daños musculares (lumbalgias, hernias, contracturas, ciática…), caídas, golpes y heridas, accidentes de tráfico...

Para plantarle cara a esta nueva amenaza, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo ha elaborado una guía con instrucciones generales, que tiene en cuenta aspectos como medidas de higiene, organizativas y de gestión de los residuos en los centros de trabajo. Es tarea de los servicios de prevención de las empresas concretarlas, individualizarlas y adaptarlas a las características y necesidades específicas de cada sector y puesto, y es obligación de las empresas implementarlas y velar por su cumplimiento.

Enemigos invisibles

Pero más allá del riesgo de contagio, en este nuevo escenario hay otros aspectos en materia de prevención de riesgos laborales que no hay que perder de vista. Es el caso de enemigos invisibles como la ansiedad y el estrés (catalogadas de manera genérica como enfermedades profesionales o derivadas del trabajo) que se multiplican en este nuevo panorama en el que entran en juego miedos, incertidumbre, nuevas funciones, exceso de trabajo, conflictos... y que puede tener efectos graves, especialmente en las profesiones más expuestas. “No cabe duda de que la Covid-19 presenta un nuevo reto a nivel psicosocial tanto para las empresas como para la sociedad en general, ya que a corto y medio plazo existirá miedo al contagio de la enfermedad y esto podría llegar a estigmatizar e incluso discriminar a algunos trabajadores -advierte Ciudad Valls-. Los grupos más vulnerables y que necesitan prioridad urgente, ya que su salud mental puede quedar muy afectada, son las denominadas “ocupaciones esenciales” y especialmente nuestra primera línea de defensa, los profesionales sanitarios”.

También hay que valorar los problemas que pueden surgir de la fórmula del teletrabajo, puesta en muchos casos de manera precipitada y sin la correspondiente evaluación de todas las variables que deberían estar convenientemente procedimentadas (horas de dedicación, tiempo de descanso, diseño del lugar de trabajo, higiene postural, formación específica...). “Todo ello requiere de planificación, pruebas piloto y tiempo, y la improvisación para estas cosas siempre es una mala aliada -advierte el especialista-. El teletrabajo, como cualquier otra actividad profesional presenta varios factores de riesgo, principalmente de tipo ergonómico y psicosocial, aunque los derivados de la seguridad en el trabajo también están presentes y, en función del domicilio e incluso de sus residentes, también tendríamos que considerar aspectos relacionados con la higiene industrial”, añade.

Guía práctica para volver al trabajo

- Se deberá garantizar el suministro y uso de EPIS adecuados al riesgo (mascarillas, gafas, guantes, etc.) y ajustados a las características de la persona que los utiliza, únicos e intransferibles, facilitados por el empresario y gratuito para el trabajador. Se deberá facilitar información de cómo utilizar y mantener los equipos.

- Es imprescindible que en cada empresa se elabore un plan de contingencia o protocolo general de seguridad en el que se detallen las medidas concretas que va a adoptar.

- Prevalencia del teletrabajo, que debe mantenerse donde sea posible mientras dure la crisis.

- Mantenimiento de distancia de seguridad entre trabajadores. La disposición de los puestos, la organización de la circulación de personas y la distribución de espacios (mobiliario, estanterías, pasillos, etc.) debe modificarse, en la medida de lo posible, con el objetivo de garantizar la distancia de seguridad de 2 metros.

- Medidas organizativas que impidan la concentración de personas (espaciamiento de turnos, redistribución de tareas, establecimiento de zonas de espera...).

- Deben establecerse normas de uso de las instalaciones y los espacios compartidos para mantener la distancia de seguridad, por ejemplo, en ascensores, comedores, accesos y zonas comunes, así como en vestuarios y salas de reuniones.

- Extremar la limpieza. Las instalaciones se ventilarán y desinfectarán una vez al día como mínimo y dependiendo de su uso y con los productos adecuados.

- Proporcionar dispensadores jabonosos y/o de solución alcohólica desinfectante en número suficiente en los lugares de trabajo. Se dispondrán ubicaciones específicas para desechar mascarillas, guantes y pañuelos usados.

(Fuentes y más información: Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo / UGT).