Hoy se nos invita a escuchar la Palabra de Dios. Jesús nos pide un cambio de valores, una transformación de nuestras vidas. Él sale a la orilla del mar de Galilea a invitar a la fiesta de su seguimiento, se fija en la sencillez y autenticidad del corazón de cada persona, se aleja de todo prejuicio social, económico, personal para llamar a sus discípulos.

Jesús exige una condición para poder pertenecer al Reino de Dios: es necesario convertirse. Convertirse, es salir de uno mismo y volver la mirada y la vida a Dios y a los hermanos. Es quitar el centro de la vida de mi egoísmo y colocarlo en el amor de Dios y del hermano. Porque la persona, cuando encuentra al hermano, sobre todo en los que sufren y en los pobres, ya está cerca de Dios. Y cuando encuentra a Dios ya ve en cada hombre a un hermano. Hoy en plena pandemia, e inmersos en una crisis económica, social, moral y antropológica, sin parangón, el Señor nos llama a acudir a Él, a descubrirle en medio de la oscuridad, del sufrimiento, del sinsentido, como buena noticia, como la mejor noticia.

Esta Buena Noticia, este mensaje de salvación necesita mensajeros que lo proclamen. Por ello, Jesús recorre Galilea haciendo discípulos para convertirlos en apóstoles. Jesús mira fijamente a los ojos de los primeros apóstoles, y les invita con energía a seguirle: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Habría que estar en el pellejo de aquellos hombres rudos –Simón Pedro, Andrés, Santiago, y Juan– para sentir sobre su corazón la mirada penetrante del Maestro que les invita a un cambio total de vida.

Y ellos realmente se convirtieron: dejando las redes, su trabajo, su vida, se encontraron con Jesús. Y en su nombre recorrieron su pequeño mundo continuando con el anuncio de la Buena Noticia.

Jesús quiere mostrarnos que el Reino es un mundo de hijos de Dios, donde la acogida, el perdón, la responsabilidad y el compromiso van tejiendo esa red que nos llevará a ser “pescadores de hombres”, que vayan echando las redes para sanar y curar tantas situaciones de nuestro mundo que necesitan la llegada del Reino. Jesús lo proclama con sus palabras y sus acciones. Seguir al Señor, ir detrás de Él, hacer de nuestra vida un único proyecto seguirle y servirle en cada ser humano que clama a Dios. Jesús con su llamada transforma nuestra vida, la llena de luz y de sentido, nadie puede resistirse a su voz. ¿La has escuchado alguna vez?