Cuando dicen que lo peor del coronavirus está por llegar, se refieren sin duda a los libros que nos martirizarán cuando la pandemia sea un recuerdo superado por males mejores. “Absténganse por favor de libros sobre el coronavirus” es un titular excelso por ambidextro. Se eleva como un consejo liberador a los lectores, pero también contempla una orden insoslayable a los autores. Lean otra cosa, escriban otra cosa.

Es superfluo precisar que el primero en llegar fue Slavoj Zizek, con su “Pandemia”. Este panfleto estalinista arranca con unas páginas deslumbrantes, pero el esloveno se cansa de escribir sus libros antes que sus víctimas de leerlos, aparte de que publicó en pleno confinamiento. Ivan Krastev era la última esperanza blanca del pensamiento europeo, pero en “¿Ya es mañana?” reincide en su argumentación de que todos deberíamos ser yanquis, con o sin Trump. Su microvolumen se subtitula “Cómo la pandemia cambiará el mundo”, pero nos bastaría que el virus orientara de nuevo la brújula del búlgaro. Nunca nos recuperaremos del salvajismo de “La barbarie con rostro humano”.

Por eso retornamos a Bernard-Henri Lévy, en especial si aborda “Este virus que nos vuelve locos”. De nuevo, el planteamiento es excitante, pero seguramente a BHL le surgió un viaje para pacificar algún paisaje desarraigado. O simplemente pilló un miedo, porque le cuesta reconocer que la pandemia es un triunfo de la pérdida de derechos. A modo de consuelo, nos refugiamos en “La economía de la vida” de Jacques Attali. El consejero áulico de Mitterrand no ha perdido un átomo de energía, pero también se siente obligado a entonar el venid y vamos todos, al rescate de la globalización.

Richard Horton es el valiente editor de “The Lancet”, sin nada que perder por la enfermedad que le aqueja. Sin embargo, en “La catástrofe de la covid-19” no cumple con la promesa cataclísmica, tal vez lastrado por los desmentidos morrocotudos de su propia revista. Solo Francia admite un pensamiento pandémico corrosivo, a cargo del enfant terrible con cloroquina llamado Didier Raoult. Se ha visto desbordado en su feudo iconoclasta por el doctor Christian Perronne, autor del libro más leído de Francia en “¿Hay un error que no hayan cometido? Covid-19: la unión sagrada de la incompetencia y la arrogancia”. Los 99 años mantienen vivo a Edgar Morin en “Cambiemos de vida” y, francamente, ni una pandemia me obligaría a leer “La desaparición de los rituales”, del leve Byung Chul Han.