Lo primero que tenemos que saber al interpretar las parábolas de Jesús es que la mayoría de ellas no son originales de Jesús sino comunes a las culturas del entorno, y por tanto son relatos sencillos sacados de la vida real, pero con la intención de llevarnos a verdades que nos ayuden a vivir de una manera diferente.

En este domingo la pregunta es ¿vale la pena?. La parábola del tesoro en el campo y la perla preciosa tienen matices diferentes. En el primer caso se trata de un encuentro fortuito, aquel hombre ha tenido suerte. En el segundo se trata de un buscador concienzudo. En ambos casos se aprecia el valor de lo encontrado.

Si en el orden material merece la pena vender todo lo que se tiene para conseguir algo mejor, con mayor razón en el sentido espiritual.

Vivimos en una sociedad de cartón piedra construida a base de trampas y promesas desde la economía y el bienestar. ¿Nos daremos cuenta de que este montaje se está viniendo abajo?.(No quiero decir que la economía no sea importante en la vida)

¿Qué los valores espirituales son los que dan consistencia a la vida?, ¿Qué Dios y los valores del Reino no pueden ser sucedáneos para encontrar consuelo?. No. Es necesario implicarse y descubrir qué busco, cómo empleo mi tiempo, qué merece la pena y qué no. … ¿Están uds atentos?. Tener claro todo lo que Dios nos ha regalado como dones, como cualidades y capacidades. Sentir como decía Teresa de Jesús: Solo Dios basta. No se trata de despreciar al resto sino de tener claro lo que vale de veras.

El “tesoro” nunca será incompatible con todos los demás valores que nos ayudan a ser más humanos. Jesús no te pide que seas más perfecto, sino más alegre, más confiado. Es bueno todo lo que produce felicidad en ti y en los demás. Solamente es negativa la alegría que se consigue a costa de las lágrimas de los demás.

Las parábolas, aparte de infundir ilusión, animan también a un examen de conciencia. Si en estos momentos difíciles, el cristiano no se llena de alegría al descubrir el tesoro o la perla escondida, si no renuncia a todo por conseguirlo, no hará perceptible su valor. Estas parábolas parecen decir: Cuando te pregunten si ser cristiano vale la pena, no sueltes un discurso; demuéstralo con tu actitud