José Antonio Herce es doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, y lleva años estudiando y proponiendo soluciones nuevas para afrontar el reto demográfico al que se enfrentan provincias como Zamora. Como parte de ese trabajo coordinó el informe de la Red SSPA para una fiscalidad diferenciada para la repoblación, que se presentó en el año 2019. También es uno de los principales expertos en longevidad y pensiones en habla hispana. Será uno de los ponentes en el foro "Razones para quedarnos III" que analiza estrategias para la fijación de población en la provincia de Zamora. La jornada organizada por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA será el viernes 28 de octubre a las 11 horas en el salón de actos del Seminario Menor San Atilano, y también se podrá seguir en directo por streaming en la página web del periódico.

–¿En qué tributos cree que sería más eficaz aplicar la fiscalidad diferenciada?

–Lo mejor sería al IRPF para beneficiar a las familias residentes, que sepan que viviendo en provincias como esta van a tener un mejor trato fiscal y van a pagar la mitad. Y también se debería de aplicar para facilitar la transmisión de activos productivos: que cuando el dueño de un negocio local se jubila y le pase el testigo a un familiar, este tenga una fiscalidad más baja, y no solo en explotaciones agropecuarias, también en bares y comercios para fomentar que se mantengan abiertos más allá de la jubilación del que ahora los atiende.

–Por ahora, las primeras bonificaciones son a las cotizaciones a la Seguridad Social y solo se van a aplicar a Soria, Teruel y Cuenca.

–De momento nos han detallado poco, solo tenemos una nota de prensa del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Es una reducción, no una bonificación, y no detalla si la reducción es del tipo o la base. Tampoco habla de los autónomos, que deberían de recibir al menos el mismo trato. Otra cuestión es que se plantea una reducción del 5% para los trabajadores ya existentes y del 15% para nuevos contratados, que se amplía al 20% en caso de empleadores en municipios con menos de 1.000 habitantes. En mi opinión la reducción debería ser la misma para empleados existentes y nuevos, para evitar que haya empresas que reduzcan plantilla para volver a contratar.

–¿Cómo se debería tomar Zamora quedarse fuera de las provincias donde se va a aplicar por primera vez la fiscalidad diferenciada?

–El criterio lo ha fijado Europa, y es territorios de menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado. El Gobierno ha tomado como referencia la provincia y Zamora está por encima de los 12,5 habitantes, pero algunas de sus comarcas sí están por debajo de esa barrera. Aun así, en Zamora deberíais recibir con alborozo que esto se aplique en Soria, Teruel y Cuenca, porque si esas tres provincias van abriendo camino, cuando se vea el efecto positivo de la fiscalidad diferenciada estoy convencido de que se aplicará en comarcas de otras provincias que también están por debajo de esa densidad de población, entre ellas una parte de la provincia de Zamora.

–Es una primera medida de fiscalidad diferenciada, pero usted aboga por aplicarlo a más impuestos y con unas rebajas mucho mayores.

–Sin duda, el Estado tiene que dar una señal contundente, y estoy convencido de que va a ser beneficioso. Por cierto, una de las primeras críticas que han surgido es que se va a beneficiar por igual la duquesa de Medina Sidonia que un mileurista. Es un error pensar así, no son medidas para distribuir riqueza, son para evitar despoblación. Por su puesto que los impuestos tienen que servir para distribuir riqueza y el IRPF debería recuperar la progresividad que lleva perdiendo desde hace años, pero ojo, el índice de pobreza en las provincias que pierden población es el mismo o a veces mejor que en las zonas superpobladas. La fiscalidad diferenciada no se aplica para evitar que haya grandes grupos sociales desfavorecidos en estas provincias, sino para evitar que haya despoblación.

–Estas medidas podrían ser vistas desde las grandes ciudades como un privilegio del mundo rural.

–La despoblación es un fallo de mercado. El mercado no tiene interés en hacer llegar una oferta de calidad de bienes y servicios a territorios donde solo se sirve a unas cuantas personas en vez de a miles. Pero el Estado también está abandonando a estos territorios, de manera que tenemos un fallo de mercado y un fallo del Estado. Por tanto, hay que aplicar medidas para luchar contra la despoblación por el mismo motivo que hay sanidad y educación públicas: porque hay un fallo de mercado y hay personas que nunca podrían permitirse de su bolsillo una sanidad o una educación privada. En segundo lugar, porque hay un problema de externalidades negativas: si el territorio se vacía, se degrada y los incendios abundan, esto provoca la pérdida del valor de un territorio del que nos beneficiamos todos. En tercer lugar, porque las zonas urbanas no van a notar una pérdida de población enorme, solo con que los municipios de más de 1.000 habitantes cedieran el 3% de su población a los municipios de menos de 1.000 habitantes, estos últimos duplicarían su tamaño.

–¿Pero podría ser utilizado políticamente para aumentar las tensiones territoriales? Por ejemplo, a veces se defiende que Cataluña mantienen con sus impuestos a otras zonas de España.

–Bueno, puede haber reacciones en contra. Pero es que los contribuyente pagamos impuestos, el Gobierno lo recauda todo y luego el parlamento decide cómo se distribuye, y en este caso tienen que dedicar una parte de los recursos a luchar contra la despoblación porque es un asunto que genera alarma social, del mismo modo que se dedican recursos a luchar contra la pobreza. Algo interesante que se podría plantear es añadir una casilla en la declaración de la renta para que el contribuyente decida si quiere que parte de su cuota fiscal se dedique a la lucha contra la despoblación, muchos se sorprenderían de la gran cantidad de gente que la marcaría.

–¿En qué consiste la “sandbox” rural que propugna?

–Las normativas y los trámites burocráticos para abrir una quesería artesanal en un pueblo de Zamora no pueden ser los mismos que para una industria láctea. Necesitamos en zonas rurales trámites baratos y que no sean disuasorios. Las “sandbox” son experimentos para generar nuevas regulaciones que no corten las alas al desarrollo: se aísla a determinadas empresas en un “sandbox” o arenero figurado, en este caso una zona geográfica, para que fuera del arenero no pueda hacerse nada que viole la regulación vigente, y dentro de él se pueda hacer de todo, hasta que observando qué cosas funcionan se redacte una nueva regulación. Se está haciendo en los principales países del mundo para las para la integración en el mercado de las “fintechs” (start-ups financieras), y aquí se podría crear un “sandbox” rural, en la que los emprendedores firman una declaración jurada para abrir un negocio sin pasar por todos los trámites burocráticos. Meses después aparece un inspector sin avisar y evalúa que de verdad hayas cumplido, que no hayas hecho nada perjudicial.

–Entre los zamoranos aún existe la idea de atraer una fábrica muy grande que cree cientos de empleos y suponga el punto de inflexión demográfico.

–A Zamora no va a venir ya la FASA-Reault, ese mundo ya no existe. Quién sabe si Amazon podría poner un centro logístico enorme, pero sería más normal que surgieran varias empresas medianas que no una factoría enorme. Vamos hacia un mundo con trabajos distribuidos, a distancia, y es más interesante crear un lugar atractivo para vivir que pueda atraer a los profesionales, que cada vez a más, que no teletrabajan dos o cuatro días a la semana, sino toda su jornada completa.

–¿Cuáles son entonces las claves para revertir la sangría demográfica?

–Hay cinco claves. Una es la fiscalidad diferenciada. Otra es promover el acceso real a la vivienda, pues se da la paradoja de que hay escasez de oferta real de viviendas en los pueblos. Hay segundas residencias y hay casas directamente inhabitables que no se sabe ni quién es el propietario, pero no hay casas en venta ni en alquiler. Una tercera cuestión es garantizar el acceso a todos los servicios; no puede haber un centro de salud a la puerta de cada casa, pero sí tiene que haber un transporte a la demanda real, que funcione de verdad; y en los servicios incluyo el bar, cuando cierra el bar de un pueblo es el clavo en su ataúd. El cuarto sería la movilidad, que en todas las zonas rurales es casi inexistente, viene un autobús al día y normalmente a la peor hora, probablemente hay que moverse hacia un modelo colaborativo. Y por último, la conectividad, que debería ser un servicio público como lo era en su día el servicio postal, y que las compañías telefónicas tuvieran que invertir una buena parte de los beneficios que obtienen en las ciudades en garantizar esa conectividad en las zonas rurales.