Opinión
La cultura también se toca
"El barro, transformado en dura cerámica por la acción del fuego, es una de esas materias que nos acompañan desde los primeros pasos de la humanidad y conservan la memoria cultural de miles de años; algo que don Herminio supo ver en su juventud y terminó elevando a la categoría de arte"

Una mujer sostiene una pieza hecha con barro. / Archivo
Para alguien como don Herminio Ramos, que lleva 100 años observando la vida con todos los sentidos, ninguno es más importante que los demás; las mejores creaciones humanas siempre encuentran la manera de llegar a quienes las buscan con empeño y saben disfrutarlas, cuidarlas y difundirlas.
Incluso hay formas de expresión cultural que se aprecian mejor con los ojos cerrados, porque guardan sus secretos en materias más nobles y naturales que una pantalla, mostrando su alma al acariciarlas, a través de las yemas de los dedos y por toda la extensión de la piel, que se convierte en nuestros oídos, narices, papilas gustativas y en unas lentes alternativas que permiten ver el mundo de otra manera.
Por suerte, no es nada habitual perder el sentido del tacto. Así que, aunque todo lo demás falle, nos queda la capacidad de acariciar la realidad, para así seguir disfrutando del alma de un cántaro.

FERIA DE LA CERAMICA Y ALFARERIA POPULAR / archivo
El barro, transformado en dura cerámica por la acción del fuego, es una de esas materias que nos acompañan desde los primeros pasos de la humanidad y conservan la memoria cultural de miles de años; algo que don Herminio supo ver en su juventud y terminó elevando a la categoría de arte, convirtiéndola en seña de identidad zamorana, al gestar y dar a luz la Feria de la Cerámica y Alfarería Popular, que va camino de cumplir 54 años.
En ese otro capítulo de su extraordinario legado a Zamora, la cerámica manifiesta todo su valor, dando forma a objetos utilitarios para la vida diaria, pero también a objetos culturales y piezas de arte palpable, que los zamoranos han incorporado a su vida y siguen contemplando y adquiriendo cada año por San Pedro.
Podríamos cerrar los ojos e imaginar al ilustre cronista volviendo a pasar sus manos por esas cálidas superficies de barro
Mientras celebra sus 100 años bien cumplidos, podríamos cerrar los ojos e imaginar al ilustre cronista volviendo a pasar sus manos por esas cálidas superficies de barro, leyendo en ellas sus recuerdos de una larga vida. Y esa imagen es, para los amantes de la cerámica, la verdadera esencia de don Herminio Ramos: en una mano, quizá un libro, un periódico o una tiza recorriendo el encerado de un aula. Pero en la otra siempre habrá una pieza de cerámica agradecida; tan agradecida como cualquier persona que sepa ver, más allá de la rusticidad del barro, el alma de una cultura ancestral que se puede tocar. Y nos toca.n
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