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Opinión

Cuidar y acompañar... ¡siempre!

OPINIÓN | "Mi experiencia es que cuidados paliativos y eutanasia ni son contrarios ni son incompatibles"

Manos de una persona mayor.

Manos de una persona mayor. / 123RF

La intención de trabajar por y para una sociedad mejor implica no solamente mirar hacia los aspectos del confort, de la calidad de vida o los que podríamos llamar de placer, lucrativos o de bienestar general.

Existe una situación que va mucho mas allá y que la sociedad actual ha procurado minimizar y tal vez esconder, puesto que es contraria a la filosofía imperante del consumo, de la belleza de lo liviano, cayendo muchas veces en la procastinación o como decía Jorge Manrique, de correr a rienda suelta sin parar. Se trata de la muerte, o del "morimiento".

Marcos Gómez Sancho dice que "la muerte ha cambiado de cama", porque antes se moría mayoritariamente en casa, rodeados de familia, amigos y hasta el "mejor amigo del hombre" participaba en tal evento. Se despedía, se perdonaba, se reencontraba y así la transición se hacía menos dolorosa para el moribundo y allegados. Ahora, también mayormente, se muere en el hospital, a veces en una sala de urgencias, a veces en una cama de UCI, debido a que las familias o no están presentes o no están preparadas para manejar la situación y enseguida se agobian y claudican; pero también los profesionales, poco formados en estos menesteres, pues entramos en pánico ante la profusión y complejidad de los síntomas y sobre todo del sufrimiento y así, ante una situación de estas características, derivamos enseguida al hospital (a veces como queriéndonos quitar la "patata caliente"). Se nos sigue atragantando la muerte porque la medicina enseña, prácticamente, solo a curar y porque a veces, pienso, nos vemos reflejados en cada paciente moribundo y eso tampoco lo sabemos asumir.

Tampoco el sistema sanitario, la administración en sí, favorece. La cobertura es escasa y desigual; no existe el principio de equidad y así no es lo mismo entrar en fase terminal de enfermedad, en situación de últimos días de vida o en agonía, en un pueblo alejado de la zona de Sanabria, por ejemplo, que en Zamora ciudad.

Personalmente me han ocurrido situaciones como tener un proceso adecuadamente controlado en el domicilio, con paciente consciente y familia colaborando y aceptando y en un momento dado, en una noche o en un fin de semana, entrando el paciente en agonía, acudir el profesional de guardia y en un periquete enviar al paciente al hospital, falleciendo en las horas siguientes o incluso en la ambulancia durante el desplazamiento.

También contribuyen a esto las políticas sanitarias que no invierten ni un euro en esto de los cuidados al final de la vida. Bajo mi punto de vista lo que sí hacen es aumentar el sufrimiento al generar falsas expectativas entre la población además de confundirla. Es fácil vender un recurso como la tan citada eutanasia porque, al fin y al cabo, sale muy barata: alguien con una enfermedad avanzada/terminal necesita acompañamiento, necesita control de sus síntomas físicos como dolor o disnea, pero también precisa de soporte emocional, espiritual, para él, para sus familiares… Su sufrimiento es atroz y claro no lo obtiene, a no ser que tenga un buen patrimonio y viva en una ciudad con recursos, así que la salida es pedir que lo maten.

Qué ocurre con la "denostada" Ley ELA. Recientemente leí en redes sociales un comentario de Jordi Sabaté, enfermo de ELA de larga evolución y una de las personas que más han luchado en pro de esta Ley, denunciando que "en España, en pleno 2025, se asesinan a personas con ELA que, deseando seguir viviendo, no pueden pagar los cuidados médicos necesarios". Las ayudas y la financiación de la Ley ELA siguen sin llegar a los pacientes y en este país se vulneran los derechos humanos con las personas más vulnerables (a lo que yo añado: pero todos podemos viajar gratis en autobús).

Mi experiencia es que cuidados paliativos y eutanasia ni son contrarios ni son incompatibles. Cuando un ser humano tiene unas necesidades básicas (y el hecho de la enfermedad terminal lo es) lo que deberíamos proporcionar, como sociedad que pretende cuidar y que lucha (o debería) por los derechos humanos, es cubrirlas, dar apoyo, dar cobertura, acompañar y si, aun así, hay personas que siguen solicitando esta última, al menos debemos tener en consideración sus peticiones, pero priorizar acabar con ellas porque no tenemos otro tipo de respuesta, que además es barata ya que los cuidados paliativos no necesitan de grandes inversiones, siendo altamente intensivos en confort, no es éticamente correcto ni se corresponde con la Ley de Autonomía del paciente. El problema básicamente consiste en muchos casos que no hay elección posible. O sufrimiento o muerte. Y esto me parece un mal camino.

(*) Médico de cuerpos y almas

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