Opinión

De aquellos barros, estos lodos

"Atrás quedan los años en los que el papel social de las alfareras y cacharreras de nuestros pueblos se consideraba indispensable en la estructura de grupo"

Visitantes en la Feria de la Cerámica el pasado año.

Visitantes en la Feria de la Cerámica el pasado año.

Todo indica que la próxima Feria de la Cerámica y Alfarería Popular, celebrada en el marco de las Ferias y Fiestas de San Pedro de Zamora, se desarrollará sin la presencia de un alfarero de Moveros. La quincuagésimo tercera edición del certamen, que tuvo sus orígenes en el año 1972, con apenas siete puestos procedentes de Moveros y Pereruela, no contará -por tercer año consecutivo- con uno de los referentes del oficio tradicional zamorano.

Atrás quedan los años en los que el papel social de las alfareras y cacharreras de nuestros pueblos se consideraba indispensable en la estructura de grupo. Los hijos de estas alfareras crecieron entre barrilas araderas y de segadores, botijos, mecos, cántaros y tinajas, aprendiendo cada fase del oficio artesanal, desde picar la materia prima, a mayar, enfornar, esfumar, a dar la calentura en la primera cocida de la temporada, a machacar, a espurrir… Recordamos con cariño a una de estas alfareras, Carmen Prieto, la cual acudía puntualmente a la feria zamorana todos los junios de San Pedro. Durante décadas, los árboles de Viriato vieron crecer a sus dos hijos, que siempre la acompañaban. Los años transcurren, el relevo generacional llega, la Feria continúa su andadura, se enriquece con las exhibiciones de los alfareros que hacen la delicia de los visitantes, absortos en la rueda de pie que gira acompasada al ritmo de alguna interpretación de música tradicional de la tierra. Los árboles siguen creciendo y Viriato, desde su vista privilegiada, es testigo de lo que en este emblemático marco acontece.

La edición del año 2015 llegó con una novedad organizativa: la creación de dos comisiones independientes -una de alfareros y otra de ceramistas- encargadas de coordinar el evento y aplicar las bases establecidas. Las normas de 2018, publicadas por el Ayuntamiento de Zamora, recogen en su base séptima las normas de asignación de espacios para alfareros: Los solicitantes de Zamora elegirán espacio, pero si dos o más solicitantes de Zamora desean ubicarse en el mismo espacio, se realizará un sorteo entre ellos. A tal efecto, los solicitantes de Zamora relacionarán por orden de preferencia el número de puestos en los que deseen ubicarse, hasta un máximo de 10 puestos. Sin embargo, las bases de 2023 modificaron este procedimiento, "otorgando a la comisión la facultad exclusiva de asignar los espacios, sin precisar los criterios aplicados, actuando al amparo de la discrecionalidad técnica".

Ojalá pronto, antes de su jubilación, veamos de nuevo a Paco el de Moveros junto a sus compañeros alfareros, bajo la sombra de los plátanos de Viriato, realizando una demostración de su maestría con la rueda de pie

Fue en este contexto cuando Francisco Pascual, uno de los hijos de Carmen Prieto, recibió una ubicación por decreto de la Comisión de alfareros, que consideró inapropiada: un puesto situado tras la escultura de Viriato, alejado de la sombra de los plátanos. Ante tal decisión, el alfarero manifestó formalmente su disconformidad y solicitó al presidente de la comisión y concejal de Fiestas Populares, David Gago, no ser ubicado nuevamente en ese espacio. Advirtió por escrito que, de no atenderse su petición, se vería obligado a renunciar a su participación.

La negativa a reconsiderar la asignación llevó el caso al Pleno del Ayuntamiento en mayo de 2024 y aún sigue coleando en las últimas comisiones de Educación, Cultura y Festejos desarrolladas en el 2025.

Desde el grupo municipal Zamora Sí solicitamos, en sesión plenaria, la publicación de los criterios de asignación y reclamamos la necesidad de garantizar procesos de adjudicación más justos, proponiendo mecanismos como la rotación de puestos o el sorteo público, con el objetivo de reforzar la equidad y la transparencia. También solicitamos las actas de la comisión y criterios aplicados, sin que se nos hayan facilitado aún por parte del concejal David Gago.

Además, las bases recientemente publicadas para la próxima feria no solo mantienen la opacidad previa, sino que añaden una cláusula que agrava la situación. Se establece que los alfareros zamoranos asistentes en los dos años anteriores conservarán su emplazamiento, lo que excluye automáticamente al alfarero de Moveros, ausente en dichas ediciones por los motivos ya expuestos. Además, se conoce la sanción de un año de inhabilitación por no haber ocupado el puesto asignado, a pesar de haber solicitado por escrito, expresamente, su cambio con antelación y advertir de su ausencia en ese emplazamiento.

En lugar de resolver el conflicto, las decisiones adoptadas por el concejal David Gago, parecen profundizar en el desencuentro, generando mayor indefensión y agravando constantemente el problema.

Llegados a este punto, se impone una reflexión ineludible: la confianza ciudadana en las instituciones se basa, en gran medida, en la claridad y equidad de sus procesos. En el marco de la gestión pública local, la actuación de las comisiones adscritas a concejalías que operan bajo criterios de discrecionalidad técnica -como es el caso de la comisión de alfareros- debe extremar las garantías de objetividad y control. Esta discrecionalidad no puede convertirse en un refugio para decisiones opacas ni en una herramienta de legitimación automática.

Todo criterio técnico invocado debe estar respaldado por documentación accesible, informes contrastables y una fundamentación robusta. Cuando se detecta una persistente opacidad procedimental, junto a la ausencia de criterios públicos en decisiones sensibles -como la asignación de puestos relacionados con los alfareros zamoranos-, el cuestionamiento institucional deja de ser una opción para convertirse en una exigencia democrática. La falta de trazabilidad, sumada a la inexistencia de canales efectivos de rendición de cuentas, configura un escenario incompatible con los principios del buen gobierno.

Ojalá las autoridades competentes tomen notan y rectifiquen a tiempo. Ojalá ningún otro alfarero zamorano viva esta situación. Ojalá pronto, antes de su jubilación, veamos de nuevo a Paco el de Moveros junto a sus compañeros alfareros, bajo la sombra de los plátanos de Viriato, realizando una demostración de su maestría con la rueda de pie. La alfarería de Zamora sigue viva, y protegerla no es solo una forma de honrar nuestras raíces, sino también de darle valor y futuro a una tradición que nos pertenece a todos.

Concejal del Ayuntamiento por Zamora Sí

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents