Opinión | Escalera hacia el cielo
Menos carne, mejor carne
OPINIÓN | " ¿En qué momento el otrora famoso cuerpo con formas de guitarra española pasó a convertirse en un amorfo saco de patatas?"

Menos carne, mejor carne
Existen tres grandes verdades que marcan el paso a la vejez. Primera, cuando el neceser mengua en favor del botiquín. Segunda, cuando las dos aspirinas con cocacola que antes eran mano de santo contra el dolor ya no sirven y hay que recurrir al fisio. Tercera, cuando la Junta empieza a mandarte cartas para la prevención de diferentes tipos de cáncer.
En la última mamografía apareció una mancha oscura y me llamaron de urgencia para realizar otra prueba que resultara más concluyente. Esperaba tumbada en la camilla, brazos en alto por encima de la cabeza, cuando aparece una técnica en aparatología con movilidad reducida, imagino que, por una discapacidad, más una obesidad de Grado I.
Ahora se denomina cuerpo no normativo, pero es la gorda de toda la vida.
El miedo es desconocimiento, y los pacientes no sabemos nada de la dolencia que acecha tras la pantalla del ecógrafo. La técnica, buena conocedora de la indefensión del paciente, rompió el hielo con un bromista vamos a ver qué hay en esas tetas. Para a continuación añadir, dejándome K.O. a los puntos, si es que a eso se le puede llamar tetas.
Sonrío incrédula. ¿Una gorda paralítica haciendo chistes de tetas pequeñas?
Sigo sonriendo, al tiempo que empiezo a albergar serias dudas de si tengo, como creía, un imán para las situaciones raras o es que hay por ahí gente emperrada en hacer un cameo en esta Escalera hacia el cielo. Con tanto fan de Led Zeppelin suelto, normal que el Z! Live se reivindique como uno de los grandes festivales de heavy en suelo europeo.
Lo dejé pasar. Aquella vez fui la buena cristiana que perdona setenta veces siete, la que no juzga para no ser juzgada y hasta la que ofrece la otra mejilla. Lo dejé pasar es tiempo pasado, ahora es tiempo presente. Tener tetas pequeñas no es una enfermedad, nadie se va a morir por tener tetas pequeñas o una mirando a León y la otra a Ceuta. Tener obesidad de Grado I, justo por encima del sobrepeso y por debajo del Grado II y de la obesidad mórbida, sí que lo es.
La gente muere por culpa de la obesidad, la llamada pandemia silenciosa.
Siendo justos, una técnica en aparatología tanto monta gorda como flacucha, igual que el maestro quesero o el pelotari, no es un doctor en medicina y no tiene por qué saberlo. Siendo igualmente justos, yo soy una pastora de ovejas marisabidilla y resabiada y lo sé. Como también sé que la obesidad es una enfermedad de libre elección. El gordo, lo es de forma voluntaria. Aquello de "doctor, a mí me engorda hasta el agua" es tan cierto como el terraplanismo. En Auschwitz no había gordos.
Hay ahora en televisión un anuncio contra la obesidad. Y me sorprende sobremanera, porque en España existe cierto paternalismo y condescendencia con la obesidad. El anuncio no es de un laboratorio farmacéutico vendiendo sus milongas adelgazantes, tampoco una campaña del Gobierno de España.
El pobriño Gobierno de España, anda metido hasta la ingle en otros berenjenales, que tienen más que ver con trapalladas presupuestarias y profesionales del sexo bienpagás con dinerito público que con campañas contra la obesidad.
Además, el Gobierno de España, los ministerios de Igualdad y Agricultura, no hace sino lo contrario, pura apología de la enfermedad. El de Igualdad, con sus pasadas campañas publicitarias normalizando la enfermedad, en lugar de hacer un llamamiento para su prevención y cura. Y el de agricultura, promoviendo una mala alimentación que conduce a esta pandemia silenciosa de ciudadanos atocinados.
Por no hablar del Gobierno de Mañueco y el insano consejero de Sanidad.
De berenjenal a berenjenal y tiro porque me toca. Para no volver a meterme en uno, he decidido no felicitar a nadie. Antes malaje que colorá. Y es que soy incapaz de discernir si amigas a las que hace tiempo que no veo lucen feliz barriga de buena esperanza o un perímetro abdominal escandaloso indicativo de enfermedades futuras como diabetes tipo II y cardiovasculares.
¿En qué momento el otrora famoso cuerpo con formas de guitarra española pasó a convertirse en un amorfo saco de patatas? Acaso cuánto más empecinamiento ponen las administraciones en imponer la teoría queer, más cintura pierden las mujeres.
Lucir flotador no es empoderamiento femenino ni libertad, como no es indicio de comer bien, tener poder adquisitivo y ser feliz. Al contrario, no hay felicidad posible en estar mal alimentado y no ser capaz de patearse los fascinantes paisajes zamoranos sin necesidad de respirador.
A raíz del anuncio televisivo, los telediarios de varias cadenas se han hecho eco del aumento de obesidad en niños. No llegamos todavía a los alarmantes niveles de Estados Unidos o Catar, pero llama la atención la sobreabundancia de jóvenes obesos tipo II que hay en Zamora.
La noticia alude a dos causas, el incremento del tiempo sentado frente a las pantallas, con una actividad física inexistente, más una alimentación desastrosa. Una alimentación malsana sobre la que la Organización Mundial de la Salud lleva tiempo advirtiendo: Menos carne, mejor carne.
Menos carne, mejor carne, es la razón de Estado que conduciría a una población mundial sana en un planeta sano. Menos carne, mejor carne, implicaría una moratoria que prohíba construir una sola macrogranja más, muerto el perro se acabó la rabia, e ir cerrando las existentes.
Menos carne, mejor carne, implicaría que los pulmones verdes del continente Suramericano no se seguirían deforestando para sembrar más y más soja con la que alimentar los cien millones de cerdos que España produce cada año para exportar a China.
Menos carne, mejor carne, le tenía que haber contestado yo a la técnica en aparatologia obesa que bromeaba sobre tetas pequeñas. Mejor aun, le regalo un chiste con más arte para romper el hielo con futuras pacientes: "Le condeno a tres años de prisión por injurias. Qué es injurias. Cuando insultas o vejas. Carajo, ¿por insultar ovejas te caen penas de cárcel?". n
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