Opinión | Zamoreando
Artemio
OPINIÓN | Me confesó que eran ya muchos años al frente de la Asociación de Vecinos del Barrio de Pinilla y que era hora de dejarlo

Artemio Pérez rodeado de miembros de Faveza durante la rueda de prensa. / Emilio Fraile
Me llamó para despedirse. Me confesó que eran ya muchos años al frente de la Asociación de Vecinos del Barrio de Pinilla y que era hora de dejarlo. Artemio Pérez forma parte de la historia del asociacionismo en Zamora y de la historia del propio barrio de Pinilla a lo largo de treinta y siete años en los que ha trabajado denodadamente, junto con su junta directiva, para que Pinilla no se quedará relegada al ostracismo, para que Pinilla ocupara el lugar que le corresponde en el movimiento vecinal y a fe que lo consiguió.
La historia de Artemio al frente del barrio de sus amores es la historia de un luchador, de un inconformista, de un enérgico defensor del movimiento vecinal, combativo hasta la extenuación y a quien los años no le restaron un ápice de pujanza, de ánimo, aunque los años no han pasado en balde y no todo han sido días de vino y de rosas. También ha habido momentos, si no malos, sí duros, en los que había que afrontar las críticas, sobre todo de los que tienen por misión protestar por todo, por lo que se hace y por lo que no.
Artemio Pérez se ha ido, con la cabeza muy alta, y dispuesto a recuperar el tiempo, no perdido, pero sí entregado al asociacionismo y a su barrio. Un tiempo que ahora como nunca dedicara a su paciente esposa, a sus hijos y a sus nietos. Han sido muchos años entregado a la causa con la que se comprometió. Se va pero deja un importante legado y de alguna manera continua, deja la presidencia de Pinilla, pero mantendrá el cargo como presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Zamora, donde ha obtenido el apoyo y el respaldo de todos sus miembros.
Artemio es un activo que no se puede perder. Por experiencia, por pasión, por entrega. Este conseguidor nato, en 37 años, consiguió todo aquello de lo que deportivamente hablando, Pinilla puede presumir. No era tarea fácil, pero con tesón, con insistencia, todo se va logrando. Cierto es que nunca llueve a gusto de todos, pero con eso hay que contar siempre. Lo importante es la huella, lo importante es el legado. La gratitud siempre es cicatera, a pesar de aquello que sostenía el Dalai Lama: «La raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud». Con gratitud, por tantos momentos, por tantos detalles, por tantas colaboraciones puntuales, gracias Artemio. Ahora toca disfrutar de otra manera.
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