Opinión | Escalera hacia el Cielo

Apacienta mis ovejas, Pedro

OPINIÓN | "Por deducciones maliciosas al nuevo papa misionero ya lo han tachado de peligroso comunista"

Rebaño de ovejas

Rebaño de ovejas / Cedida

Si por mí fuera, nuestros padres de la democracia se ganarían el pan con el sudor de la frente. Si de mí dependiera, en esta liga de las estrellonas representativas, ni siquiera el utillero viviría a todo trapo de la burra que como es de todos se la come el lobo. Hoz, martillo, probetas o libros y menos milongas de vocación de servicio público, sus señorías.

Mi prójimo peca de ingenuo creyéndose ese cuento de terror del votad, que vienen los rojos, votad, que viene la derecha extrema. Así que nuestros impuestos, más la deuda pública para la Next Generation, se sigue malgastando en financiar la nación de naciones. Verbigracia este batiburrillo polarizado de wasapeos y tuits en el que vivimos.

Normal que no queden fondos para Sanidad y Educación. Por lo que ni una queja más y a apechugar: Que el dolor es psicológico, y las Apps de IA para móvil hacen la educación tan innecesaria como esperar al próximo puente de Santa Cándida, cae en viernes, para huir a donde sea otra vez más.

Cuánto mejor nos iría si nos gobernara un comité de sabios.

Pero no el comité de expertos esos, que lo mismo imparte lecciones sobre cripto chanchullos, que de matrimonios que viven cada uno en su casa. Incluso de renovables y nucleares. Amén de cierto apagón de cuya fecha no quiero acordarme, y que tampoco sirvió para que saliéramos mejores. Tan sólo para que el gentío abarrotara las cervecerías celebrando que había sobrevivido a un nuevo cataclismo.

Dime en qué eres experto y te diré de qué careces, que dice el refrán.

Un comité de sabios de esos con un cociente intelectual estratosférico. Emanado de entre todos nuestros reales e ilustres colegios oficiales. Para eso el país ha invertido tanto en su formación. Y para eso esa gente tan lista se ha pasado más de la mitad de su vida encerrada en una biblioteca devorando libros: para trabajar por el bien de todos, no para currar de mercenarios a sueldo de alguna corporación.

Es lo que tiene ser consecuente en una época en que los valores se venden en bandeja de corcho plastificada como los mangos de Málaga, tierra de mangos de toda la vida… Y es que hay cristianos que si pudieran, se jugarían a suertes la túnica sagrada y recalificarían el portal de Belén

Santa Teresa vivía sin vivir en ella, y a mí me sorprende y no me sorprende en absoluto la penúltima campa-tra-ña gubernamental de «Nuestros valores no están en venta. Nuestros productos sí». Que nuestros productos están en venta, lo saben hasta los buitres carroñeros. España es el país que más cerdos vende a China, por delante de los porcinófilos USA y Brasil.

Mil quinientos millones de euros de ganancia al año. A los que hay que restar el dineral que gastamos en comprar fuera los piensos de engorde, las multimillonarias multas que pagamos, y el gasto sanitario derivado de los problemas de salud que genera en el paisanaje comer puerco híbrido.

Nuestros gochos están en venta, nuestros valores también. Por eso somos irrelevantes y el hazmerreír de la Unión desunida. Por eso mismo los turistas extranjeros hacen lo que les da la gana en suelo patrio apenas se bajan del avión. Antes incluso. Es entrar en espacio aéreo español, y transformarse en bersekers descerebrados y libidinosos.

En cierta ocasión, volando desde Hamburgo pude comprobar tal metamorfosis. El turismo ama tanto España, respetan tanto esos valores nuestros que publicitamos que no están en venta, que acabaron convirtiendo el avión en su basurero.

Nuestros valores están tan en venta como las fresas de Doñana. Motivo por el que saqueamos sin pudor las costas de Senegal, junto con el socio capitalista chino. Y con ello obligamos a los pescadores tradicionales a subirse en un cayuco y emigrar a Canarias.

Para luego protestar porque vienen a robar, violar y cobrar la paguita, cuando lo que hay que hacer es ayudarlos en su país. ¿Cómo, con dinero público? ¿Pescanova o Pescavieja, con sus redes de arrastre prohibidas en Europa, les roba los peces junto con el futuro, y el desenfreno capitalista tenemos que pagarlo entre todos?

Por deducciones maliciosas como esta al nuevo papa misionero ya lo han tachado de peligroso comunista. Es lo que tiene ser consecuente en una época en que los valores se venden en bandeja de corcho plastificada como los mangos de Málaga, tierra de mangos de toda la vida… Y es que hay cristianos que si pudieran, se jugarían a suertes la túnica sagrada y recalificarían el portal de Belén.

Las mismas deducciones maliciosas que, entre tanto trasiego de trenes de Padrón que unos llegan e outros non, además de «y el Ruta de la Plata pa´cuándo» que cantaba Jennifer López, me han hecho digna merecedora del carnet de socia del club oficial de conspiranoicos de Prado de Campos.

Un selecto club con derecho de admisión reservado y estatutos. Una biblia apócrifa en la que Cristo le preguntaría a Pedro: ¿Tú me amas, gitana? A lo que un Pedro acorralado por el cuarto poder y una pléyade de chascarrillos de corte privado que tuvieron lugar hace mucho tiempo, respondería rumboso y rumbero: qué yo no tengo la culpa, que la culpa es de Israel.

A lo que Cristo remataría, aburres a mis ovejas. Haz algo útil y apaciéntalas.

Todo muy acorde con la agenda conspiranoica. Una agenda que no bebe de contubernios, sino del mismísimo refranero. Y es que quien más sabe, menos fía. Una agenda que sospecha que tantas leyes de educación, una por gobierno, sumado al arma de destrucción masiva para los procesos cognitivos humanos que es el móvil, ha dado como desastroso resultado una sociedad híper digitalizada con menos entendederas que un pasapuré.

Y por encima de todo, una agenda conspiranoica que prohíbe hacer caso a Hebreos 13:17, cuando malamente aconseja: «Obedeced a vuestros pastores, porque ellos velan por vuestras almas».

Ganadera y escritora

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