Opinión | Zamoreando

Nuestros templos

San Martín en Molacillos, una iglesia en decadencia

San Martín en Molacillos, una iglesia en decadencia / José Luis Fernández

Al hablar de "nuestros templos", sin el ridículo sentido de la propiedad que algunos sienten sobre ellos y las imágenes que albergan, me refiero por igual a los de la capital y a los de la provincia. Me importa lo mismo la Iglesia de San Torcuato donde fui bautizada, que la de Nuestra Señora de la Asunción de Guarrate, la de San Martín de Molacillos, la de Santa María Magdalena de El Piñero, la de San Pedro de Vilalpando o la ermita de San Marcos de Coomonte. Todas las citadas tienen en común el peligro de derrumbe. En alguna que otra se ha actuado con mejor suerte pero la estructura de la mayoría peligra.

¿Cómo podemos quedarnos tan oreados ante, en algunos casos, la inminencia de derrumbe por el mal estado de las cubiertas? No podemos perder un patrimonio que no es solo de la Iglesia Católica, es de todos los zamoranos. Bien orgullosos que nos sentimos de nuestras "piedras" y monumentos cuando los de fuera las alaban hablando de su buen estado. No seré yo quien le diga al Obispado qué debe hacer, ni siquiera a la Junta de Castilla y León que está en la obligación de arrimar el hombro, a la Diputación que ya lo hace o a cada Ayuntamiento. Ellos sabrán. Son conscientes de la realidad. Hay que pedir constantemente para evitar la ruina.

No en toda la provincia hay un mecenas, un estudioso, un bienhechor como el toresano José Navarro Talegón que a través de las Fundaciones a las que pertenece, ha logrado recuperar templos y conventos que, de otra forma, se hubieran perdido. Si se le consultara más en lugar de equivocarse tanto, mejor le iría a nuestros templos. Consultar a quienes van por la vida de entendidos pero no entienden nada y dejarse asesorar por ellos es un error garrafal de fatales consecuencias.

Si perdemos nuestros templos, entonces sí podremos hablar de una Zamora vacía de almas, vacía de historia y vacía de arte. Todo tiene solución. Hay que saber aplicarla buscando el bien común, el bien de Zamora, no el propio, lo cual es muy "propio" de tantos como sólo estorban y nada más. Mantener nuestros templos es tarea de todos y a todos nos compete su recuperación.

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