Sin Papa pero rodeados de papanatas

Si no supiéramos cómo es el paño podríamos pensar que era necesaria la muerte de un Papa en plena era de proliferación de tertulias televisivas y redes sociales para que llovieran las conversiones en un milagro que ni predicho en Fátima.

No hay agua en el río Jordán para tanto rebautismo como contemplamos desde que el pasado lunes diera su último suspiro el Papa Francisco. Basta echar un vistazo en cualquier cadena a los programas de televisión en los que siempre las mismas caras sientan cátedra sobre asuntos de lo más dispar con un solo hecho en común: que normalmente no tienen formación, experiencia, ni puñetera idea de ninguno de esos temas de los que hablan con la misma ligereza con que un globo se deja arrastrar por una ráfaga de viento.

Esta semana lo suyo era pontificar -no he podido evitar el juego de palabras- sobre el Papa o la historia y el futuro de la Iglesia. Los “papables”, los cardenales que son conservadores y los que según ellos son progresistas, las supuestas corrientes internas y no sé cuántas elucubraciones más que hacen dudar si en lugar de Cónclave no sería más práctico que el nuevo obispo de Roma lo eligieran ellos.

En la misma línea de refundación del cristianismo, se han deshecho en elogios a la figura del pontífice fallecido prácticamente todos los políticos relevantes de la izquierda española, en una deriva más de monserga que de sermón en la que si a cualquier verdadero cristiano se le ocurre llevarles la contraria no dudarán en pedir la excomunión para él.

Tal es el nivel de papanatismo que reina que quienes presumen más y más vehementemente hablan son precisamente quienes más humillan, insultan y atacan a la Iglesia, a sus integrantes y al conjunto de los católicos. Quienes defenderían quemar iglesias y algunas otras actuaciones de persecución y aniquilación son los exégetas más cualificados para interpretar la palabra de Cristo. Solo durante unos días, en breve todo volverá a la normalidad y ellos a las andadas. Habremus Papam, pero no desaparecerán los papanatas.

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