Opinión | Zamoreando
Ni siquiera amaga
OPINIÓN | Las discrepancias entre el presidente Sánchez y su vicepresidenta segunda son una constante en esa relación forzada que mantienen

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, el pasado 26 de marzo en el Congreso de los Diputados. / JOSÉ LUIS ROCA
Las discrepancias entre el presidente Sánchez y su vicepresidenta segunda son una constante en esa relación forzada que mantienen y que ninguno quiere romper por lo que se juegan. El aumento del gasto militar y el plan de rearme de 10.500 millones presentado por Sánchez, saltándose a la torera todo lo susceptible de ser saltado, ha roto o casi el Gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar que, sabido es, resta. Yolanda Díaz está que se sube por las paredes. El Gobierno del que forma parte ha disparado contra la línea de flotación de la coalición y para más Inri, lo ha hecho con balas israelíes. Sabido es el inmenso afecto y admiración que Díaz siente por el pueblo elegido, por fuerte que haya sido la afrenta, con abandonar la cartera y por ende el Gobierno que tantos minutos de promoción personal y ministerial le dan a diario en los medios de comunicación. Y con lo que ha espabilado en estos meses. Aunque entenderla sigue resultando difícil, ella vive en un galimatías permanente, se ha esforzado o la han forzado porque las circunstancias mandan y no estamos los españoles para tontunas.
Yolanda Díaz ha descartado por completo que las fuertes discrepancia que tiene con Pedro Sánchez por la causa militar, acabe por romper el Gobierno de coalición entre ambas siglas, hasta el punto de asegurar que el Ejecutivo bipartito "goza de muy buena salud". No es la percepción generalizada. Pero es lo que tiene el despacho oficial y la cartera de ministra, que te hace pintar de rosa lo que es negro.
El plan de rearme ha colocado a Yolanda en una posición no deseable dentro de su propio espacio y ante sus votantes. El desgaste político es un hecho. Del otro lado está Podemos que no la quiere ver ni en pintura y por lo tanto desea fulminarla de palabra y de obra. La Díaz no está por la labor de abandonar pero en su propio partido se han alzado voces pidiendo la salida urgente de un Gobierno con el que no comulgan.
Ocurra lo que ocurra, Yolanda Díaz nunca dará el paso de la dignidad necesaria por mucho que los hechos contradigan sus palabras y sus intenciones. Bien es verdad que el ala a la que pertenece está ausente de la realidad nacional, de la realidad europea y de la mundial.
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