Opinión

Muchos museos para la Semana Santa

El patrimonio vital de las cofradías, que es el de todos, se encuentra disperso entre templos, paneras y carpas

Procesión del Espíritu Santo a su llegada a la Catedral

Procesión del Espíritu Santo a su llegada a la Catedral

Existe un hueco en el corazón de los zamoranos que se agiganta como una mina a cielo abierto cuando Barandales toca la primera esquila al pie de la iglesia de San Frontis. Por segundo año consecutivo, la ciudad celebra una Semana Santa sin su casa, sin su hogar. El patrimonio vital de las cofradías, que es el de todos, se encuentra disperso entre templos, paneras y carpas. Y eso trastoca los itinerarios, rutinas, entradas y salidas. El solar de Santa María la Nueva deja un vacío imposible de llenar en estos once días que son para los que el pueblo vive todo un año. Pero su ausencia se hace todavía más grande con una nueva edición de Las Edades del Hombre en el horizonte. A nadie se le escapa que el visitante que nos honra con su presencia quiere entender el porqué del reconocimiento mundial de nuestra Pasión. Y privar de ello a los miles de turistas que, previsiblemente, se acerquen a la Bien Cercada entre octubre del presente año y marzo del próximo sería una falta difícil de perdonarnos.

La hora de los vaivenes ha pasado y es el momento de ofrecer una solución satisfactoria para que los conjuntos escultóricos que son santo y seña de nuestra Pasión puedan lucir y ser lucidos en un año clave para Zamora. El mejor ejemplo y guía a seguir se encuentra en la iglesia de Santa María la Nueva. El templo del motín alberga, desde hace un par de años, una pequeña colección en la que participan, despojados de sus mesas procesionales, los conjuntos de La Despedida de la Tercera Caída, así como Las Tres Marías y San Juan, La Verónica y Jesús Nazareno, de la cofradía de la que este último es titular. También se exhiben allí las cruces que desfilan en la tarde del Lunes Santo en la procesión de San Lázaro, los crucificados de las Siete Palabras, la Borriquita antigua o la maqueta de la Santa Cena, entre otros elementos.

La hora de los vaivenes ha pasado y es el momento de ofrecer una solución satisfactoria para que los conjuntos escultóricos que son santo y seña de nuestra Pasión puedan lucir y ser lucidos en un año clave para Zamora

Este museo en miniatura de la Pasión sirve para entender por qué Zamora debe echar el resto de cara a la celebración de Las Edades. La falta de un gran continente abre la puerta a la creación de una ruta donde se pueda visitar poco a poco el vasto contenido hasta hace dos años aglutinado bajo el paraguas del histórico Museo de Semana Santa. Junto a Santa María la Nueva, la iglesia de San Andrés se ha erigido en principal receptor de conjuntos escultóricos. Allí se encuentran todos los de la Vera Cruz a excepción de La Dolorosa, que está en San Juan, a los que se unen Jesús Camino del Calvario, La Desnudez, La Crucifixión y La Caída de la Congregación, así como La Piedad y la Conducción al sepulcro del Santo Entierro.

Facilitar las visitas a estos lugares completaría la experiencia de los visitantes que lleguen a orillas del Duero al abrigo de Las Edades del Hombre. Sería interesante poder llevarlos, mediante una ruta de la Pasión, por los citados templos de San Andrés y Santa María la Nueva, así como hacia San Vicente, para contemplar la Borriquita y Nuestra Madre de las Angustias, o a la iglesia de La Horta, para ver el Resucitado y la Virgen del Encuentro. Sin olvidar San Juan de Puerta Nueva, hogar de la Virgen de la Soledad.

La visita, en efecto, está al alcance de cualquier persona a través de ese programa de la Milla Románica que tantas alegrías está dando a la Diócesis de Zamora. Sin embargo, no se trata tanto de su existencia, sino de potenciarla. Se trata de llevar a los viajeros de acá para allá, de diseñarles una ruta que les haga zigzaguear por rincones a menudo alejados de los sitios habituales del turisteo, todo siempre bajo la premisa de enseñarles uno de nuestros grandes patrimonios. Una ruta, por cierto, en la que sería muy recomendable incluir Redención, siempre respetando la autonomía de Jesús Nazareno, en calidad de, probablemente, la obra más impresionante de toda la Semana Santa de Zamora.

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