Opinión | ESCALERA HACIA EL CIELO
El blues del campo
Sin futuro, ninguneados, resistiendo una adversidad tras otra, no hay nada más contracultural que un pastor de ovejas. O un cabrero

Un rebaño de 3.000 ovejas cumple con la trashumancia hasta la Sierra de Aciberos / A. S.
Febrerillo está como un cencerro. Lo mismo te arrebujas bien arrebujado entre pellizas, que sacas los cuernos al sol después de tanta lluvia. Agua de febrero, llena el granero. Aunque la luna llena debería dejar de llamarse luna de nieve, porque del manto blanco sólo se acuerdan los más viejos del lugar.
Si enero es mes de poda, febrero lo es de cavar. Y en esas estamos, aprovechando la tregua de los escasos días soleados para tender la ropa en el corral y para subir y bajar el azadón, que hay que desprenderse de las redondeces invernales.
Con tantas nieblas, dice el refranero que es indicio de lluvias en el abril semanasantero, y al día siguiente de helada y al otro sol con dientes y más lluvia después, febrero es el mes propicio para que los labradores se aburran sin nada mejor que hacer, salvo ver pasar los días. Por eso febrero es también mes de tractoradas.
No me da pena contemplar en la tele como este año las movilizaciones campesinas están uniendo a menos gente, y generando menor adhesión popular que un simposio sobre la teoría de cuerdas como paradigma para predecir todos los universos posibles.
No me da pena, porque yo no apoyo ese campo abonado al desastre que reivindica una mayoría bullanguera del sector primario. Un campo envenenado que sólo produce veneno para el consumidor humano y para el rebaño que lo rastrojea durante el espigadero.
Hubo una previa a la tractorada, que fue la manifestación de Salvemos el ovino delante de las puertas de la mafia quesera. ¿Salvemos el ovino? Cuándo, ¿ahora que ya no hay más salvación que la de sobrevivir cada uno lo mejor que pueda, sepa y le dejen? Al ovino, y a sus inseparables hermanas cabras, había que haberlo salvado hace mucho tiempo. Antes incluso de la crisis financiera del 2007-2008.
¿Qué majara se cree que esta Europa de los mercaderes va a aprobar un Pacto Verde y una ley de Restauración de la Naturaleza que cause perjuicio alguno al lobby agrofarmacéutico?
Mucho antes. Cuando se permitió que cerraran los mataderos municipales de Villalpando y Benavente. Cuando se empezó a fraguar la desaparición de los Mercados municipales de Ganado en Villalpando, Rioseco, Benavente y Medina del Campo con el fin de beneficiar a la iniciativa privada. Cuando se clausuraron las campañas de saneamiento ganadero para apostarlo todo a la marca OneHealth.
Sin futuro, ninguneados, resistiendo una adversidad tras otra, no hay nada más contracultural que un pastor de ovejas. O un cabrero. Es verdad que no se dejan un dineral en trapitos, barberías y tatuajes, tampoco escuchan trap ni trapalladas, pero como que hay Dios que de volver a nacer Jack Kerouac escribiría On the Land en lugar de On the Road. Viviría en una aldea con un hatillo de cabras malagueñas y haría su propio queso azul.
Sin futuro para el ovino, sin futuro para el campo. Al menos para este campo que apesta a glifosato. Para este campo que cuando pasas mucho tiempo cavando el alcorque de las encinas, justo al lado de una zona en la que un mostrenco de pura raza mostrenca ha tirado glifosato sin avisar y sin poner un cartel de advertencia, hace que te pique la garganta y te duela la tripa.
Este campo sólo se merece un blues. Canción triste del campo.
La demanda de los tractoristas de no vender a pérdidas es un desatino, un imposible si no va acompañada de la exigencia de un cambio de modelo económico, para pasar del desastroso capitalismo global a un estatalismo intervencionista.
Aunque ahora también es posible nacionalizar sectores estratégicos. La gran Alemania ha tenido que nacionalizar Uniper, el mayor importador de gas, para asegurar el abastecimiento a la población tras el veto al gas ruso. Seguida de Francia, que ha nacionalizado el gigante eléctrico EDF.
Así que si mister o quanta specie cerebrum non habet, del latín cuánta belleza sin cerebro, más toda su camarilla, no nacionaliza el sector primario, para fijar un precio lógico para el productor y justo para el consumidor, no es porque lo impida Europa, como afirma, sino porque no le da la gana. Y firmará la adhesión española a Mercosur, por lo mismo. Porque él lo vale.
El tema de la excesiva burocracia tiene fácil solución: Re-centralización.
Europa apuesta por las razas autóctonas y fomenta su cría y mejora. El ministerio de Agricultura y Ganadería, la Diputación y el Ayuntamiento de Zamora apoyan y ayudan económicamente a la celebración de Ovinnova. También lo harán en la edición de este año. La Junta odia las ovejas y las cabras. Por eso no concede subvención alguna para la cría de razas selectas de Castilla y León. Ni contribuirá con un solo euro a Ovinnova 25.
Para lo único para lo que sirven nuestros procuradorcillos es para presumir de ser de pueblo cuando hay elecciones a la vista. Y para llenarse la boca de lo mucho que apuestan por el sector. Sin hacerlo. Por eso esta Junta sobra. Los pastores, como nueva generación Beat, como iconos de la Resistencia, no reconocemos la autoridad de consejero ni consejera.
"Con tus agricultores y ganaderos sales a protestar o el comer se va a acabar", es el lema de los agricultores independientes de Zamora. "Sin el sector primario, tu frigorífico será un armario", el de DecaLeón. Son muy buenos con sus eslóganes y sus pancartas, nadie lo duda. Pero se equivocan en sus reivindicaciones, porque Europa quiere lo mismo: vender todos los productos de Bayer. Bien sea el RoundUp marca registrada Ultra Plus, o la nueva gama eco, ahora que Bayer es además el rey de la agricultura verde que te quiero verde.
¿De verdad algún majara cree que esta Europa de los mercaderes va a implementar políticas, como las rimbombantes El Pacto Verde y La Ley de Restauración de la Naturaleza, que pudieran llegar a causar algún perjuicio al todopoderoso lobby agro-químico-farmacéutico?
Queda demostrado que el glifosato no es bueno para la garganta, la barriga, ni para el cerebro. Así que menos glifosato y más billete de ida para el blues, para la canción triste del campo.
Ganadera y escritora
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