Opinión
¿Habría que rematar la obra?
Me gustaría saber si Zamora quiere, o no, que se recupere la imagen que el puente ofreció desde el Renacimiento hasta los albores del siglo XX, cuando los torreones estaban en pie

Obras en el Puente de Piedra. / Policía Municipal
Nuestro "Puente de Piedra", y con él todos los zamoranos este año estaremos de enhorabuena cuando, el Jueves de Pasión, "El Mozo" (así se conoce popularmente al Nazareno de San Frontis) cruce el Duero camino de la Catedral sobre un puente que lucirá orgulloso su mejor cara, en muchos años, si es que para entonces las obras en que está inmerso se han podido dar por concluidas.
Una espléndida cara que será producto de la ejecución de un proyecto de restauración que, redactado por un arquitecto zamorano que conoce bien el terreno que pisa, Paco Somoza, ha tenido como objetivo restaurar y recuperar, en parte, la imagen primigenia de una de las piezas más significativas del románico de nuestra ciudad. Para ello, ha habido que reponer su pavimento, recuperando el empedrado, esta vez con una cuarcita excelente, dejando en él marcas indicadoras de los puntos en que estuvieron emplazadas las torres que durante siglos vistieron su estampa; sustituir la barandilla metálica, que tanto desentonaba, por un pretil de piedra arenisca similar al que durante la mayor parte de su existencia el puente lució, y, al tiempo, mejorar su drenaje y renovar su alumbrado, que irá empotrado al pretil para realzar su figura. En definitiva, una actuación generosa que nos acercará a la imagen pétrea que el emblemático monumento conocido en el medievo como "Puente Nuevo" nunca debió perder.
He dicho "recuperar, en parte, su imagen primigenia…" porque, aunque es destacable el acierto que ha tenido el Excmo. Ayuntamiento de la capital al acometer la obra referida, algunos zamoranos ponemos en duda si no sería más acertado que nuestro "Puente de Piedra" pudiera recuperar algún día la imagen que ofreció a partir de la época renacentista, una vez se habían levantado ya los dos torreones que, ubicados en los extremos del mismo, hasta que fueron desmontados, sirvieron como torres de vigilancia y puestos de control de mercancías y de cobro del pontazgo (tributo originario de la Edad Media que tenían que satisfacer quienes cruzaban un puente).
El "Puente Nuevo", cuya construcción debió empezarse a plantear en los inicios del siglo XII, para sustituir al viejo puente que unía el arrabal de San Frontis con el de Olivares, que llevaba años en un estado muy lamentable, se puso en servicio a principios del XIII y, hasta la inauguración del "Puente de Hierro", en 1900, fue el único paso abierto sobre el Duero para dar entrada y salida por el sur a nuestra ciudad y continuidad a la ruta jacobea de la Vía de la Plata.
Desde que se construyó, el puente fue objeto de numerosas transformaciones y reformas, unas obligadas por las circunstancias (los destrozos que provocaron en su estructura las grandes riadas que tuvieron lugar en los siglos XVI y XVII, fundamentalmente; la demolición por ruina inminente y posterior reconstrucción, a principios del XVIII, de la torre grande; y la reconstrucción de uno de los arcos centrales que durante la guerra de la independencia, año 1812, fue volado por los ingleses para interrumpir el paso a las tropas napoleónicas), y otras justificadas por los cambios de uso que al puente se le fueron dando. Probablemente, la más importante, y en cierta medida la más desafortunada, fue la que se ejecutó a principios del siglo pasado, concretamente entre los años 1905 y 1907, motivada por la necesidad de reforzar la estructura del puente y ampliar su sección para permitir que el tráfico rodado, que ya por entonces se dejaba notar, pudiera hacer uso de él sin apenas limitaciones. El deseo de incrementar su capacidad (era lo que tocaba, porque los vehículos a motor empezaban a abrirse paso), fue lo que "justificó" el desmantelamiento de los torreones y la sustitución del pretil de piedra almenado por la barandilla metálica que todos hemos conocido (algunos documentos señalan que fue en 1835 cuando se retiraron las almenas del pretil).
Por ello, aunque se deba reconocer el acierto en la gestión llevada a cabo por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zamora en pro de recuperar la imagen medieval que nuestro puente más icónico tuvo en sus tiempos, servidor es de los que consideran que tal vez fuese bueno que, cuando se pueda, como se ha hecho con el pretil, se plantee la posibilidad de levantar los torreones que se desmontaron en su día. Según creo, gran parte de las piezas ornamentales y escudos que los adornaban andan por ahí, no muy lejos, esperando que alguien se acuerde de ellas….
Y puesto que Zamora cuenta ya con dos puentes que dan curso al tráfico rodado, el "de Hierro" y el "de los Poetas", el "de Piedra", creo que así va a ser, debe quedar única y exclusivamente para uso peatonal, para que pasear por él sea un deleite para todos los que quieran disfrutar del espectáculo que ofrece el arte -el "Puente de Piedra" lo es- cuando se alía con el esplendor de la naturaleza más pura. ¿Alguien pone en duda la belleza natural del Duero a su paso por Zamora?
Siendo magnífica la imagen de puente medieval que, ya se empieza a atisbar, va a ofrecer el "Puente Nuevo", la duda que me queda es si Zamora quiere, o no, que se recupere la imagen que el puente ofreció desde el Renacimiento hasta los albores del siglo XX, cuando los torreones estaban en pie. Quien suscribe no vería mal que se abriera un debate para saber cuál de las dos podría ser la más demandada por los zamoranos.
Un servidor se daría por satisfecho con que la opinión mayoritaria se pudiera respetar y, en su caso, hacer valer.
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