Opinión | Escalera hacia el cielo
John Milton contra Fitur

Público en Fitur / EFE
Yolanda Díaz y Carlos Cuerpo andan reyertados por culpa de la rebaja de la jornada laboral. Trabajar es de pobres, y España va como un cohete. Ella quiere que las clases ociosas, antes llamadas trabajadoras, disfruten de mucho tiempo libre para poder comprar por internet más porquerías de esas que no necesitan.
Las mismas que vienen en mega barcos porta-contendores desde allá donde Cristo perdió la boina, y que van emporcándolo todo a su paso. Él quiere lo mismo, pero como en la política hay que hacer el paripé, tiene que dárselas de duro: puro Pimpinela revival.
Los amores más queridos son los más reñidos, sentencia el refranero. De eso entienden mucho nuestros amadísimos Fernández Mañueco y García-Gallardo. También los porcineros y el sector vitivinícola con DO Ribera del Duero. Menudos dos duelos al sol, sólo falta la perla de Jennifer Jones.
Resulta que la Junta CyL, con la oposición de los vinateros, va a legalizar en Peñafiel más macrogranjas de cerdos. De esos modificados genéticamente para que engorden muy rápido. Tan rápido, que nunca llegan a desarrollar el sistema inmunitario, se los mata antes, por eso se califican como inmunocomprometidos.
De esos que como no tienen sistema inmunitario es necesario alimentarlos con piensos medicamentosos, para que no enfermen. Y si enferman, para que no se mueran a cascoporro. Como en 2019. Cuando por culpa de una simple gripe porcina la espicharon billones de puercos.
Luego las clases ociosas, antes llamadas trabajadoras, se comen esos bichos y pasa lo que pasa. Que llega el SARS-CoV-2, un virus respiratorio del montón, como los hay a patadas en la Naturaleza, y un sistema inmunitario humano gripado no es capaz de hacerle frente ni jarto de L. Casei immunitas.
Peor aún. Porque cuando en las UCIs, los urgenciólogos intentaban cualquier método químico de recuperación, los pacientes no respondían, dado que habían generado una alta tolerancia a los medicamentos que venían asimilados en la carne de esos animales.
Una carne de cerdo, la tristemente famosa proteína para pobres, que la Junta y los renegados de Vox, junto al sector porcinasco, el PSOE de Tudanca más el PSOE del alcalde de Soria, y hasta Carlitos Alcaraz, pretenden vender como la solución a todos nuestros males.
Antes muerta que pobre: esos payasetes que se pavonean en el circo de Fitur son los que conciben Zamora como una naranja a la que exprimir para sacarle todo su jugo
Pregunta: ¿Por qué cada vez más médicos prohíben comer carne de pollos modificados genéticamente con un único fin, el de ir eugenesiando a la población y que sólo sobrevivan cuatro gatos y dos avutardas? Esa es otra intrigante historia. Pero daría para una novela no disruptiva, un mero artículo de opinión se queda corto.
Gochos de capa blanca y variedad Duroc. Pollos que cuando la palman y se ponen al sol no se los comen los gusanos necrófagos. Pitas con el ADN modificado en un laboratorio para que pongan muchos huevos, y que cuando se mueren y entierran permanecen incorruptas durante meses.
Y el mayor engendro de todos: el gran circo de Fitur con sus payasetes.
Por el espacio dedicado a Zamora dentro del stand de CyL ha desfilado todo quisqui a la caza del suvenir made in China. Todos menos John Milton. Quien escribió esa joya de la literatura universal que es El Paraíso Perdido demostrando ser otro Nostradamus, un gran conocedor de la filfa que la Junta pretendía vender este año como cebo para atraer a incautos, a fodechinchos de camino a Sanxenxo a xantar raxo o a los zombis del fentanilo.
La Junta se la jugaba todo al patrimonio artístico, natural y gastronómico. La Junta iba de farol, obvio. Zamora fue un paraíso. Lo fue, en tiempo pasado. Y si en materia amatoria, donde hubo fuego quedan brasas, lo mismito mismo sucede en materia de arte, gastronomía y naturaleza.
Nuestro patrimonio gastronómico es ahora un regalo envenenado. Nuestro patrimonio artístico se cae en pedazos. Nuestro patrimonio natural… aaayy, nuestro antaño hermoso patrimonio natural… La sierra de La Culebra ha corrido la misma perra suerte que Lorca tras el terremoto, La Palma tras el volcán y Valencia tras la DANA.
Es un agujero negro, requemado, que el teatrillo de Fitur no solucionará.
El turismo genera más de un 13 por ciento del PIB. ¿Y qué? Nos visitan casi cien millones de turistas cada año. Repito, ¿y qué? Zamora no necesita turistas ni saqueadores de recursos. Zamora necesita zamoranos, zamoranas o zamoranes. A estas alturas de la tragedia, cualquier poblador cuenta.
Lo que no necesita Zamora son vendepatrias. Esos que tanto la publicitan en las ferias internacionales de turismo. Los mismos que conciben la provincia como una naranja a la que seguir exprimiendo para sacarle todo su jugo. Y que ya barajan como lema para la próxima edición "Zamora: antes muerta que pobre".
La otra noche, en un supermercado de Benavente, deprisa y corriendo porque los altavoces anunciaban el pronto cierre, una paisana nos confesaba a la cajera y a mí que tenía un bonito plan de futuro para ella y un hijo enfermo en la casa de sus padres en Barcial del Barco. Antes tenía que superar su triste estado anímico.
En poco tiempo había perdido a su marido y a sus padres, pero reconocía que el acudir dos veces por semana para seguir atendiendo el corral que había dejado su madre, con las gallinas, los gatos, el pequeño huerto y las flores, era lo único que en estos momentos conseguía pintarle una sonrisa en la cara.
Recuperar la vida de los pueblos, recuperar la vida de huertos y corrales. Por ahí pasa, y no por Fitur, la recuperación de El Paraíso Perdido zamorano.
Ganadera y escritora
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