Opinión | Buena jera

Duelo por las pensiones

Traté de ponerme en el lugar de los jubilados votantes e Feijóo y de Abascal e imaginarme cómo habrán digerido la decisión de tumbar el decreto que subía sus pensiones

Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo.

Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo. / EP

Creo que fue Pío Cabanillas, padre, el que perpetró una frase lapidaria: "Les hemos dado una buena patada en nuestro propio culo". Me acordé de ella nada más enterarme de que PP, Vox y Junts habían tumbado el decreto ómnibus del Gobierno central que recogía, entre otros muchos artículos, la subida de las pensiones, las ayudas al transporte y las subvenciones a los afectados por la dana y por el volcán de La Palma. Y traté de ponerme en el lugar de los miles o millones de jubilados afiliados, simpatizantes o votantes de los partidos de Feijóo y de Abascal (la esquizofrenia de Puigdemont merece rancho aparte) e imaginarme cómo habrán digerido la decisión de populares y ultras. O sea, dirán algunos, que para hacer daño a Pedro Sánchez, porque de eso se trata, impiden que suban las pensiones de 12 millones de personas un 2,8% como establecía el citado decreto. Mira qué bien, que secretos esconde la Alta Política, esa de pensar en la gente antes que en el interés propio. La patada en nuestro culo y tiro porque me toca.

Vayamos un poco más allá y sigamos imaginando. Por hacerles caso a Feijóo, Cuca Gamarra, Tellado y demás compañeros mártires, que llevan meses y meses con el sonsonete, llega Pedro Sánchez disuelve las Cortes y convoca elecciones generales. Y nos inundan ya con promesas electorales de toda índole y jaez. ¿Cuál sería una de las principales en el programa de Feijóo, que se vería ya en la Moncloa? Sí señor, ha acertado usted, premio para el caballero: la subida de las pensiones. Más de doce millones de votos son muchos votos, así que a prometer que jubilados y pensionistas vivirán como marquesones si gana el PP.

-Pero, bueno, dicen que nos van a dar lo que hace poco nos quitaron; esto no hay quien lo entienda, reflexiona, atónito, el señor Atanogildo.

- Eso digo yo, pero es que en Madrid hablan ya otro idioma, ¿no escucha usted las cosas que dice Miguel Ángel Rodríguez?, contesta, igual de abrumado, el tío Irfísulo.

- Será eso; habrá que ponerse al día.

Tienen razón ambos. No es fácil comprender lo que ha sucedido. Y la mejor prueba es que los partidos mayoritarios, PSOE y PP, se han enzarzado ya en la batalla del relato. Es decir, a ver quién cuenta mejor el asunto para que el personal crea su versión y eche las culpas al otro. El duelo de las pensiones, que promete alargarse días y días porque hay mucho en juego. Pero, claro, hay otro duelo en liza. Es lo que tienen las palabras polisémicas. El duelo como reto y el suelo como luto. Y de luto están los 12 millones de jubilados, que si Dios no lo remedia (y Dios no suele meterse en cosas terrenales), cobrarán en febrero menos que en enero, mes de rebajas.

La gente se pregunta también cómo ha fraguado esa pinza, en teoría contra natura, entre nacionalistas españoles y separatistas catalanes. Lo de PP y Vox está clarísimo: tumbar al Gobierno. Lo de Junts es puro chantaje, chulería de matón de barrio. Los de Vox ni siquiera se han molestado en explicar su no. Abascal pensaba contárselo a Trump en la toma de posesión de éste, pero solo, lo vio de lejos; mecachis en la mar. Los populares han ofrecido bastantes razonamientos que huelen a excusas. Que si era un decreto con demasiados asuntos y no estaban a favor de todos; que si los hubieran presentado por esperado otro gallo cantaría, que si se puede corregir el rechazo…Pero hay un argumento que me ha sorprendido: rechazan subir las pensiones y el apoyo al transporte porque el decreto pedía ceder al PNV un inmueble en París, que fue del Gobierno vasco y que la Gestapo le expropió en plena Guerra Mundial para regalárselo a Franco. El lío ha hecho saltar más chispas entre PP y PNV, o sea entre dos derechas llamadas a entenderse.

Si lo de París ha sido la causa del no del PP, como han dicho varios de sus portavoces, apaga y vámonos. Bajan las pensiones en España por un palacete en Francia. ¡Oh, la, la! Ni Valle-Inclán mejora este esperpento.

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