Opinión | Buena jera
Una vez había un pueblo

Ilustración
Dando una ojeada a los periódicos de la región, me encontré el pasado martes con una de esas noticias que, a pequeña escala, te reconfortan con la vida. No es habitual una bocanada de optimismo y esperanza en estos tiempos en los que, a veces sin venir a cuento, nos sumergimos en un baño absurdo y dañino de agresividad, insultos, rencores y odio al prójimo. A mí me llegó esa inyección de felicidad e ilusión al leer en "El Día de Soria" una noticia, en apariencia nimia e intrascendente pero con una gran carga sentimental, cultural y literaria. ¿De qué se trata? Simplemente, y no es poco, que una editorial leonesa, llamada Rimpego, ha reeditado uno de los libros más hermosos de cuantos he leído. Lo escribió en 1981 el soriano Avelino Hernández y lo tituló "Una vez había un pueblo". Es corto, pero intenso y vibrante. Narrado con ternura, refleja lo que poco a poco estaba ya ocurriendo: la muerte de los pueblos pequeños, la despoblación, el envejecimiento irreversible, la agonía de la cultura tradicional. Por eso colocó el pasado imperfecto de indicativo "había" en el título. Había, había, había….
Avelino no se resignaba, quería pelear por su pequeña aldea, Valdegeña (hoy con 37 habitantes), por su provincia, Soria, por Castilla y León, pero esa lucha llevaba incorporada la denuncia, el dolor, el desgarro, aunque fuera de una forma preciosa, con párrafos inolvidables, con recuerdos que a todos los que nos hemos criado en un pueblo nos llegan al alma sin aduanas ni pasos intermedios. Sin embargo, esa delicia literaria y existencial había quedado en el olvido. Avelino murió a los 59 años y sus obras cayeron, desgraciadamente, a un pozo sin fondo. No era un autor de moda ni tocaba esos temas que atraen a las editoriales. Lo rural era de paletos y poco más. Tan solo Delibes y Jiménez Lozano aguantaban el tirón de lo urbano. Al autor de Valdegeña lo buscaba muy poca gente. Hace unos tres años intenté hallar uno de sus libros que más me habían impactado: "Los hijos de Jonás", publicado al principio como "Campo del agua". Me fue imposible. Agotado, descatalogado, desconocido, hasta que una amiga de Fuentesaúco, Carmen, me lo encontró en una librería de viejo de Madrid. Nadie se había preocupado por él desde hacía mucho tiempo.
En Zamora, se conocen todos estos valores reflejados en su obra "Salinas de Villafáfila, el último refugio". Y ahora Rimpego (el nombre leonés del alcaudón meridional) se ha lanzado a revivir, a resucitar "Una vez había un pueblo"
Volvía a reencontrarme con el mejor Avelino, a quién conocí en 1983 en un viaje por tierras sorianas en el que se me abrieron muchos ojos. Ojos para el paisaje, la historia, las vivencias, pero ojos también para la esperanza. Acababa de aprobarse el Estatuto de Autonomía de Castilla y León y estaban en marcha las primeras elecciones autonómicas, aquellas que ganó Demetrio Madrid. Avelino creía firmemente en esta tierra, en sus valores, en sus gentes, y lo transmitía con un entusiasmo sin límites. El mismo que ponía en sus escritos, algunos de ellos en forma de viaje mucho más allá de lo turístico. Recuerdo ahora dos ejemplos claros que, al igual que "Una vez había un pueblo", recomiendo leer para aprender y deleitarse. Son "Donde la vieja Castilla se acaba, Soria" y "Crónicas del Poniente castellano", escrito en colaboración con el inolvidable Miguel Manzano y el gran Ignacio Sanz tras una ruta por Aliste. Tampoco es fácil encontrar estas maravillas. Quizás convenga que también las reedite Rimpego, la editorial leonesa fundada en 2013 por Joaquín Alegre Alonso, un biólogo enamorado de la naturaleza, de la literatura y de la divulgación científica seria. En Zamora, se conocen todos estos valores reflejados en su obra "Salinas de Villafáfila, el último refugio". Y ahora Rimpego (el nombre leonés del alcaudón meridional) se ha lanzado a revivir, a resucitar "Una vez había un pueblo". Chicos y grandes de esta tierra tendrían que leerlo, especialmente los niños para que sepan de primera mano, y con una escritura antológica, cómo eran los pueblos antes de la "modernidad" y el abandono y lo que se están perdiendo… aunque dominen los móviles, las tablets y los guasaps.
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