Opinión | Buena jera

Otra prórroga, ¿llegaremos a los penaltis?

El consejero de Economía y Hacienda y portavoz, Carlos Fernández Carriedo.

El consejero de Economía y Hacienda y portavoz, Carlos Fernández Carriedo. / Eduardo Margareto - Ical

No por esperada, la noticia dejó de ser sorprendente: el pasado jueves, el Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León (o sea Mañueco) acordó prorrogar un añito los presupuestos regionales del 2024. Por tanto, han pasado a mejor vida aquellos 15.084 millones que el propio presidente del Ejecutivo autonómico y su consejero de Economía y Hacienda y portavoz, Carlos Fernández Carriedo, presentaron a bombo y platillo a primeros de octubre en la sede del gobierno regional. Entonces, todo fueron sonrisas y loas a sí mismos. Las cifras expuestas hablaban de fuerte gasto social, grandes inversiones, bajada de impuestos, aumento de partidas, atenciones prioritarias a los ciudadanos y, ¡cómo no! duras críticas a Pedro Sánchez, cuya mala gestión y arbitrariedad se comparaba con las excelencias de los números que exhibían Mañueco y Carriedo y con su cacareada atención a los castellano-leoneses y solo a ellos, nada de enjuagues políticos o partidistas.

Aquella impresionante manifestación de saber hacer, de efectividad, de manejar los resortes del PPoder sin complejos y con la vista puesta únicamente en las gentes tenía un pequeño inconveniente, cosa de poco: el anteproyecto presentado por las dos autoridades era un brindis al sol, algo sin ninguna validez legal. Veamos: los anteproyectos presupuestarios tienen que ser aprobados en Consejo de Gobierno y remitidos a las Cortes para su tramitación y posterior aprobación si reúnen los votos necesarios. En el legislativo, el ya proyecto de ley recorre un camino que, para no ser pesado, me ahorraré en desmenuzar, pero que tiene varios hitos básicos. Entre ellos, la presentación de enmiendas a la totalidad, que suele registrar la oposición y que obliga a proponer un texto alternativo. Y si este es rechazado, se abre un periodo de enmiendas parciales, o sea propuestas para cambiar dinero entre partidas o para sustituir unas por otras.

Pues bien, nada de esto ha ocurrido con el feliz alarde de Mañueco y Carriedo. Ni el anteproyecto (o lo que fuera) fue aprobado en Consejo de Gobierno, como es preceptivo, ni tampoco, obviamente, se remitió a las Cortes, como es, asimismo, obligatorio. ¿Entonces? Eso mismo me pregunto yo y se preguntan en alto muchos de los que siguen la política de Castilla y León. ¿Qué pretendían los mandamases de la Junta? No lo sabemos, pero lo sospechamos. Parece cada vez más claro que su intención última era demostrar que "nosotros cumplimos y si no hay presupuestos la culpa es de la oposición, que no nos apoya". Pero, señor Mañueco, señor Carriedo, ¿quién gobierna aquí?, ¿quién tiene la responsabilidad de negociar, de pactar, en la ley más importante de cuantas han de aprobar las Cortes?, ¿quién ha desaprovechado hasta ahora el balón adelantado que les puso el PSOE al abstenerse para dar luz verde a la imprescindible aprobación del techo de gasto?

Y a cambio de todo esto, otra prórroga como si se tratara de un partido de baloncesto en el que no valen los empates. ¿O es un encuentro de fútbol en el que hay que recurrir a los penaltis?, ¿en qué consistirían esos penaltis? Mejor que no nos lo explique Carriedo porque es capaz de intentarnos hacer creer que es la excelencia pura para esta tierra nuestra. Algo parecido hizo el jueves al contarnos lo de la prórroga y la presentación del proyecto presupuestario para el 2025. ¡Cómo si no pasara nada! Y sí pasa. Por ejemplo que habrá 540 millones de euros menos, que bastantes proyectos y planes se quedarán en agua de borrajas, que decaerán muchas inversiones, que tantos anuncios rimbombantes no se llevarán a cabo (veremos qué pasa con el polígono industrial de Monfarracinos).

No parece que el año vaya a empezar muy bien, pero, en fin, feliz y presupuestario 2025.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents