Opinión | El espejo de tinta
Un mundo en cambio

Nayib Bukele habla desde el Palacio Nacional junto a su esposa, Gabriela Rodríguez de Bukele / EFE
Sin que el título deje de ser una obviedad, desde una óptica geopolítica este final de 2024 que da paso al nuevo año supone un momento de expectativa con no pocas corrientes que rompen las dinámicas de, al menos, la última década.
La llegada al gobierno de Milei en Argentina y su estabilización económica, sin el trauma social que la izquierda auguraba, en un gran país que cae dentro de esos a los que a priori consideraríamos ricos aunque la mala gestión del populismo peronista lo haya llevado a estar entre los más empobrecidos. La consolidación, electoralmente apabullante y muy potente en cuanto a gestión, ya no solo de la seguridad y el orden público, sino en el progreso y modernización de la nación, de Nayib Bukele en El Salvador, un pequeño país en Centroamérica con un gran simbolismo para la región. La transformación de la percepción que en el conjunto de Europa se tiene de la líder italiana Giorgia Meloni, a la que hace unos meses se pintaba como la reencarnación fascista de Mussolini y hoy lidera una parte sustancial de las nuevas estrategias de la Unión Europea y a la que hasta la España de Sánchez acaba de reconocer y condecorar. La victoria de Edmundo González y María Corina Machado en una Venezuela que ya solo es chavista por la fuerza del miedo y la pasividad de la comunidad internacional (cuando no el respaldo aún de gobiernos como el español), en una situación en la que en las próximas semanas veremos qué derroteros toma. O, por último, la vuelta de Trump en Estados Unidos, más por demérito de los demócratas en su ticket electoral, primero Biden y después Kamala Harris, que por el entusiasmo sensato que él pueda generar.
Todo ello trae a Occidente vientos de cambio que viran de la asfixiante y omnipresente filosofía "woke" posmoderna con la que se ha querido inundar a los países más desarrollados o del populismo de izquierdas, pobrista, corrupto y liberticida de los países menos avanzados y democráticos, hacia mayores y mejores expectativas de libertad y progreso. Un año con grandes incertidumbres pero en el que todo, también, puede que vaya un poco a mejor.
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