Opinión

Los futbolistas y la afición han cumplido: es el turno de que lo haga Aldama y venda el Zamora CF

El club ya estaba aquí antes de la llegada del empresario madrileño y debería seguir estando a su salida

Aldama, con Movilla, al final del partido contra el San Sebastián de los Reyes.

Aldama, con Movilla, al final del partido contra el San Sebastián de los Reyes. / Jose Luis Fernández

Zamora saborea todavía las mieles del éxito cosechado hace una semana en San Sebastián de los Reyes, donde el equipo de David Movilla consiguió un ascenso inédito en los últimos 25 años. Un hito deportivo sin parangón, incomparable con ese salto de categoría en diferido que se produjo en el año 2020 entre mascarillas y sin público en las gradas, que ha conseguido poner la ciudad patas arriba. Más de 7.000 personas poblaron los asientos del Ruta de la Plata en el partido de ida y otras 600 viajaron a Madrid, muchas de ellas sin entrada, para ver el encuentro definitivo. Tras la gesta, la Plaza Mayor se quedó pequeña en unos festejos que la afición rojiblanca anhelaba desde que en el año 1999 subiera al balcón del Ayuntamiento aquella histórica plantilla comandada por Carlos Tornadijo.

Los futbolistas han cumplido. Quienes dan las patadas a la pelota, que es de lo que va esto, han conseguido crear una burbuja de aislamiento que nadie ha podido pinchar desde que el 21 de febrero se conociera la implicación de Víctor de Aldama en la trama Koldo y se bloquearan todas sus cuentas. Fue en ese preciso instante, momento en el que dejaron de percibir sus salarios, cuando los artífices de la gesta se conjuraron: o se asciende o aquí no cobra nadie. Y en ese nadie se incluía también a quienes no se visten de corto, pero cuyo trabajo resulta imprescindible para dar viabilidad al día a día del club.

La afición ha cumplido. Por activa y por pasiva ha repetido David Movilla a lo largo de los últimos cuatro meses que el futuro del club pasaba por este ascenso de categoría y que sus futbolistas no podrían hacerlo sin la ayuda de la gente. Un llamamiento que ha encontrado respuesta, especialmente en los partidos de playoff, con sendos llenos absolutos en el Ruta de la Plata que han conseguido remontar primero la eliminatoria contra el Sant Andreu y mantener después las acometidas del San Sebastián de los Reyes. La ciudad se ha teñido de rojiblanco en comercios, balcones y aceras. El zamorano se ha enganchado y todo el mundo habla ya de la próxima temporada.

Las instituciones y patrocinadores han cumplido. Ayuntamiento de Zamora y Diputación Provincial han mantenido el apoyo a la entidad deportiva desde el minuto uno de la implicación de Víctor de Aldama en la trama Koldo, entendiendo que el club está por encima de un puntual mal gestor. Lo han hecho también los sponsors principales, capitaneados por la Caja Rural, una de las principales responsables de no haber dejado caer nunca a este emblema rojiblanco. Y, durante las celebraciones, el alcalde, Francisco Guarido, anunció una remodelación integral del estadio municipal Ruta de la Plata para dar continuidad al proyecto en esta Primera RFEF, lo que demuestra el compromiso todavía mantenido desde la política.

Ahora, quien debe cumplir es Víctor de Aldama. Ha de hacerlo, en primer lugar, con la justicia, para aclarar su implicación en la trama Koldo sobre presuntas mordidas en la compraventa de mascarillas durante lo más duro de la pandemia. Tiene que cumplir también con los futbolistas y trabajadores, a quienes adeuda cuatro mensualidades y para los pidió el desbloqueo de una cuenta que le permitiera pagar y en la que resultó que solo había unos muy insuficientes 5.000 euros. Es obligado cumplir con la ciudad, a la que ha colocado en el mapa de la corrupción de España. Y debe cumplir con el club, que ya estaba aquí antes de su llegada y debería seguir estando a su salida.

El impago de nóminas hace inviable salir a competir el próximo mes de agosto en la Primera RFEF, aunque los problemas podrían comenzar mucho antes. A primeros de julio, el Zamora CF debe entregar ante el órgano federativo un presupuesto de millón y medio de euros y un aval mínimo de 200.000 euros que ahora mismo están muy lejos de las posibilidades rojiblancas. Jugar al fútbol es caro. Y así lo demuestran los aproximadamente 50.000 euros que cuesta pagar a los árbitros, los 700.000 euros que hay que reservar para salarios o el dinero de los desplazamientos que, en función de la distribución geográfica, podría suponer también picos de cientos de miles de euros.

Los plazos apremian y resulta imposible para el Zamora CF esperar a que se diriman responsabilidades de la trama Koldo, porque para entonces habrán pasado ya dos o tres temporadas futbolísticas en las que, presumiblemente, Aldama seguirá sin poder operar. Urge una solución aquí y ahora, que no es otra que una venta del club que garantice su supervivencia. Fue David Movilla quien dijo en abril en rueda de prensa que la entidad tendría mejor cartel para un posible comprador en Primera RFEF que en Segunda RFEF. Que sería más fácil vender con 5.000 personas en la grada que con 1.000. Que quien viniera agradecería un camino llano con instituciones y una provincia cohesionada bajo los colores rojo y blanco. Todos han cumplido. Ahora, que cumpla el propietario.