Opinión | Buena jera

Luis Miguel de Dios

Mentiras que conducen al odio

Se vulneran las reglas básicas del Periodismo: conocer, confirmar, contrastar y contar

Fake news

Fake news / Anne-Marie Miller

La carta de Pedro Sánchez, su decisión final, la incertidumbre de cinco días con la respiración asistida y las reacciones, de entonces y de ahora, han vuelto a poner de moda (si es que alguna vez ha dejado de estarlo) la función de la información y, con ella, la labor del Periodismo y de sus reglas. A muchos nos enseñaron (más en las redacciones que en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense) que esta vocación- oficio-trabajo consiste esencialmente en conocer, confirmar, contrastar y contar. Es decir: se sabe una noticia, o algo que puede serlo; se asegura uno de que es cierta; se buscan otras versiones para garantizar su veracidad y dar más datos y, finalmente, se cuenta para que llegue al público. En muchísimos casos, el proceso es complicado. No basta con conocer una novedad; es obligatorio ratificar, confirmar; tampoco es suficiente con este paso, hay que aportar otras visiones, otras opiniones, otros enfoques. Contar ya es más sencillo, aunque la forma es vital. Una buena exclusiva (confirmada y contrastada) puede perder mucho si está mal escrita o mal narrada.

No me parece que esté en juego la libertad de prensa. Lo que está en juego es luchar contra los bulos, las mentiras, las manipulaciones, que únicamente conducen a la crispación y al odio

Estas reglas se han violado o manipulado casi siempre, en todas las épocas. Lo que sucede ahora es que, a mi juicio, el mal uso de las redes sociales lo está enturbiando y marraneando todo. Es muy difícil saber lo que es verdad y lo que no. Alguien lanza una falsedad, se difunde, recoge "me gusta", se comparte y, al cabo de un ratito, ya parece sacada de la Biblia. Y mucha gente se lo cree. Veamos uno de los últimos casos, que me ha impactado. A los pocos minutos de anunciar Sánchez su decisión de continuar, el medio digital "El Puntual 24 horas" publicaba en X el siguiente texto: "Urgente. Pedro Sánchez coge el Falcon para irse de vacaciones a Doñana (Huelva) tras anunciar que sigue en La Moncloa". Incluía una foto de Pedro Sánchez, de espaldas y con traje, dirigiéndose a un avión, como si fuera a subirse para irse de descanso. La noticia era mentira. La foto se hizo en 2018. Hubo gente que no se lo creyó. Otros la dieron por cierta, se la tragaron. Entre ellos, el alcalde Madrid, que dijo: "Lo que ha hecho Sánchez estos días ha sido reírse de todos ustedes y de todos los españoles, a los que les ha dicho, pringaos, que yo me voy a este fin de semana a Doñana". Pese a que Sánchez no se ha ido a Huelva, Almeida no ha rectificado. Al revés, en sus declaraciones el 2 de mayo, Día de la Comunidad de Madrid, volvió a arremeter contra el presidente del Gobierno. Se ve que el regidor madrileño ha regresado con fuerza de su luna de miel y ha entendido perfectamente lo de la llamada a la reflexión y a rebajar la tensión.

Así que seguimos enfrascados, y cada vez más, en el debate sobre el Periodismo. Yo ha vuelto a recordar a dos de los grandes de esta profesión. El italiano Eugenio Scalfari definió al periodista como "gente que cuenta a la gente lo que le pasa a la gente". Traducido: no tiene que inventarse nada ni contar mentiras. Y el polaco Ryszard Kapuscinski aseguró que no se puede ser buen periodista si no se es buena persona. Y, entre sus obras, hay un libro titulado "Los cínicos no sirven para este oficio". Por eso, citando a estos dos maestros y viendo lo que pasa, no me parece que esté en juego la libertad de prensa, como algunos le achacan a Sánchez, ¡faltaría más! Lo que está en juego es luchar contra los bulos, las mentiras, las manipulaciones, que únicamente conducen a la crispación y al odio. Ya en 2017, el PP presentó en el Congreso una iniciativa parlamentaria para "garantizar la veracidad de las informaciones". Se quedó en nada. Y ahora la Unión Europea ha abierto una investigación a Meta para comprobar si pone límites a los bulos ante las próximas elecciones europeas. O sea, que también hay preocupación y alarma en Bruselas ante las mentiras y la desinformación; no son solo cosas de Pedro Sánchez y los bolivarianos de España.

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